viernes, 27 de marzo de 2015

Las relaciones de poder penetran en los cuerpos


Foucault, que había leído a Nietzsche, nos enseñó que “las relaciones de poder penetran en los cuerpos”. El cuerpo es ya  el campo de batalla que permite a los artistas también trabajar en el territorio privilegiado donde tiene lugar “el azar de la lucha”. El origen no es la perfección, se trata más bien de ver “lo que pasó en la dispersión que le es propia”.
El arte no son ferias y galerías. Es mucho más. Encontrar lugares de encuentro, volver a vivir la ciudad, el espacio, el cuerpo. El cuerpo asaetado por la cirugía, por el gimnasio, por la dieta, por los conservantes, por el trabajo precario.
¿De qué viven los artistas?¿Qué memoria queda de ellos cuando mueren? ¿Dónde se pierde su obra? ¿Muere con ellos? ¿Qué diálogo mantiene actualmente la sociedad con el arte?¿Y el arte con la sociedad?¿Y la poesía?
¿Por qué el desnudo -sobre todo el masculino- sigue siendo motivo de escándalo para determinados sectores sociales?¿Que artista hace palidecer al Felipe II de 2015 cómo El Greco?
En tiempos de destrucción, el Pasaje de Fuencarral apuesta por la Utopía  El sueño de hacer posible lo imposible está en la calle.


Jesús Gironés


Citas y título: Michel Foucault “Microfísica del poder”. Edición y traducción Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría. Las Ediciones de La Piqueta. Madrid, 1979.

(Texto para Cuerpo y Poder. Pasaje de Fuencarral 77, Madrid. Del 27 de marzo al 17 de mayo 2015)



 Almudena Mora y Roberto Corominas, delante de la obra de Roberto Gonález Fernández. Fotografía de Carlos Díez Bustos.

 Lucía Loren.
 La mano de Menchu Lamas.
 Instalación de David Trullo.
 Raquel Monje.
 Juan Pâblo Villalpando.

Pablo Sola.



En tránsito.

Pasaje del tránsito, antes entre tiendas, ahora entre artistas.
Es curioso que un pasaje comercial, tan moderno en los cincuenta, hoy sea una reliquia de construcción civil, misteriosamente salvado de la piqueta, de la voladura controlada o de lo que los nuevos diseños de ciudad o de comercio consideren oportunos.
El arte, los artistas, siempre dispuestos a intervenir los espacios para darles otra vida, para darles vida. Un curioso matrimonio en una galería comercial que ya no lo es y unos creadores que se han dejado seducir por la propuesta y nos seducen.
El arte y su reflejo moral, su capacidad para plantar cara, como cuando El Greco consiguió enturbiar la mirada de Felipe II y el monarca consiguió hacerle pasar por loco durante siglos.
Arte para hacer que tiemble algo en nuestro interior, esa es nuestra esperanza. Arte que se rebela y cambia nuestra percepción, lo cotidiano, nuestros sentidos. Arte que nunca es solo arte en una tumba del comercio, que nos haga ver que ocupar el espacio y la vida de otra manera es todavía posible.
No sé si imaginarme un centro de Zara o de El Corte Inglés abandonado, reconvertido en ¿un aparcamiento, en un museo?.

Hoy no puedo dejar de pensar en el  imperio comercial de Simeón García de la Riva, que pocos recordarán. Sus palaciegos almacenes, y hoy su casa natal en Ortigosa de Cameros cultivando ruina, al borde del derrumbe. Su almacén de Orense hoy es la sala de exposiciones de la Diputación y hace poco me topé con el doble descubrimiento: palacio del comercio reconvertido y allí obra de viejos y admirados conocidos.

Hoy en Madrid el raro -y efímero- milagro lo permite un espacio que une el Barrio de maravillas de Rosa Chacel -Malasaña- y el barrio asombro del mundo libre: Chueca. Cincuenta artistas y alguno más se mostrarán en un espacio que no estaba pensado para ellos, mención aparte del simpático caballito de mar , al que yo encomiendo el éxito de Espacio e Identidad, en estos tiempos de identidad machacada y psicologizada. En la exposición dos artistas emblemáticos de los sesenta, Alcaín y Orcajo, que se unen muchos años después en la aventura urbana, los dos, ejemplo de fidelidad al trabajo a lo largo de más de medio siglo, ejemplo como pocos del viaje de la creación. Resaltar de esta fiesta del arte también su riqueza: generacional, conceptual, lúdica. Un paseo con los artistas, de Chueca a Malasaña. Para dar muchas vueltas.

                                                                                                    Jesús Gironés
                                                            Ortigosa de Cameros, septiembre de 2013.

(Texto para Espacio e Identidad. Pasaje de Fuencarral 77. Madrid. 2013).








Julio Pérez Manzanares, Tomás Paredes, Jesús Gironés, Carlos Delgado Mayordomo y Elisa Ramos en Espacio e identidad, Madrid 2013.

martes, 17 de marzo de 2015

El cuerpo del desnudo. Sobre las fotografías de Rubén García.

El cuerpo del desnudo


“¿Qué relación existió entre la institucionalización de la prostitución en Occidente y la imposición del matrimonio monogámico indisoluble? ¿Qué complejos lazos se tejieron entre la institucionalización del matrimonio monogámico indisoluble, la institucionalización de la prostitución y las relaciones de dominación existentes entre las `clases sociales´? ¿Favoreció la institucionalización de la prostitución en Occidente la estigmatización de determinadas conductas sexuales?”.


“De hecho, la práctica totalidad de las mujeres de las clases populares más humildes, que no se sometieron a las reglas de normalización, se vieron codificadas como mujeres comunes, mujeres públicas. De ese modo se naturalizó la relación entre prostitución y pobreza”.


                                                          La prostitución, el oficio más moderno, en
                                                          Nacimiento de la mujer burguesa,
                                                          Julia Varela

Las fotografías de Rubén García destilan autenticidad, verdad. Son un manifiesto en sí mismo. Un trozo de vida, esa que normalmente permanece oculta en los márgenes. Él convierte en protagonistas a sus personajes -no, no son personajes, son personas desnudas- que hacen un inusual trato con la cámara. Posan con la dignidad de los que han perdido casi todo. Hoy que ya casi nada nos conmueve, aquí están estás mujeres en carne viva, en herida viva. Podrían ser campesinas, cajeras del DIA, dependientas, asistentas, operarias de fábrica, teleoperadoras. Podrían serlo, y algunas lo son: mujeres maltratadas, enamoradas, madres. Muchas, mujeres de la calle.
Rubén además ha realizado unas entrevistas, con preguntas breves, concisas, asépticas, que aportan datos demoledores: cómo de un salario de 3.000 euros mensuales, el 90 por ciento es gastado en cocaína (base de coca). En ellas se habla también de solidaridad, como una prostituta que  vive en su piso con una gran biblioteca, porque le encanta leer, ayuda a sus compañeras que viven en la calle lavándolas la ropa o dándoles preservativos. O declaraciones como: “La gente piensa que prostituirse es una forma fácil de ganar dinero, pero no es así. Es muy difícil tener sexo con una persona que no he elegido y que no es de mi agrado. A veces paso mucho miedo”.


David Trullo me comentó que cuando vió las fotografías de Rubén García en Entrefotos pensó en adanes y evas...  Adán y Eva, de Cranach, por ejemplo. Una apreciación que me sugiere el clasicismo de estos retratos, su conexión con el paradigma clásico y por eso su ruptura con muchas de las corrientes en que hoy se mueve la fotografía. Rubén vuelve a los orígenes de la pintura y de la fotografía para encontrar su fuerza, con esa capacidad de volver a ver, de recuperar la mirada para contar lo que ve. Sus prostitutas pueden verse como evas,  venus o vírgenes que cuentan su verdad. Su dignidad viene de ese misterioso contrato con la cámara que las convierte en mujeres que arrastran todos los desequilibrios y tensiones del hecho de ser mujer. Carne de hoguera inquisitorial, hoy son las abandonadas de nuestra brillante sociedad, las que no existen. Pero son reales, tan reales y condenadas a no existir si no fuera por la mirada del fotógrafo, que de la nada, les da  una vida majestuosa: la de la herida abierta, la de los sujetos frágiles, la de los sueños rotos del capitalismo.


No puedo evitar pensar en esa magnífica serie de televisión -The wire- que camina sobre los bajos y altos fondos de la sociedad americana, en la mejor tradición de la novela negra, que se ve con la ansiedad con que un fumador compulsivo enciende un cigarrillo tras otro, pensando que el siguiente acabara con su ansiedad. En The wire, cada capítulo lleva a otro que en lugar de dar respuestas, plantea nuevas preguntas, o te lleva a estrellarte con la imposibilidad de resolver los casos. Una danza frenética entre los que quieren encontrar la verdad, y los que quieren que permanezca oculta. Senadores corruptos que se alimentan del dinero de la droga y la corrupción, policías más pendientes de las estadísticas que de solucionar casos, políticos atados a financiaciones que no les permiten actuar, sindicalistas portuarios que se comportan como mafiosos y con mafiosos tratan para intentar sobrevivir en un mundo que aniquila los antiguos derechos laborales; educadores que manejan como pueden un sistema educativo despojado de medios, y que no sirve para apartar a los alumnos de la escuela de la delincuencia. Un retrato de la dura vida de Baltimore que es un espejo de sitios demasiado cercanos, de un modo de actuar que se ha convertido en universal.


Y en la historia de la obra de Rubén García, no hay que olvidar que la línea fundamental de su trabajo es el desnudo. Y elegir el desnudo como él hace no es una cuestión baladí. No lo es hoy, quizá más el masculino -todavía más relacionado con la fuerza del movimiento gay que con los procesos del feminismo.. Escándalos más o menos recientes en la publicidad del metro de Londres -El origen del mundo, de Courbet-, los escándalos ya de fotografías de hombres desnudos en la publicidad urbana en Suiza, o en París o los últimos en un microcosmos que conozco bien: El Foro de Pozuelo con la exposición de Ismael DeLarge., nos hacen preguntarnos qué fuerza tiene el desnudo hoy que todavía provoca violentos volcanes, exabruptos morales, represiones varias... Ya no recuerdo que autoridad franquista  prohibió la exhibición de una reproducción.de  La maja desnuda en un escaparate. O como los desnudos de la Capilla Sixtina estuvieron a punto de desaparecer. La contrarreforma económica actual encuentra también camino en las viejas luchas del cuerpo desnudo como espacio de libertad.


Para Rubén la elección del desnudo es una cuestión moral y emocional. Parte de la tradición, y en ella encuentra su camino. La belleza del cuerpo en un paisaje a veces “donde únicamente prima el temor, la desesperación y el desaliento”.Una obra, que en sus propias palabras busca “la inmensidad, la belleza y el misterio...”, preocupado también por “un tema tan enigmático y misterioso como lo es la creencia y la fe en la religión cristiana”.



2.


¿De dónde viene la prostitución, entendida la pregunta como “causas estructurales” de la misma? En primer lugar, habremos de tener presente que, siguiendo los análisis de Gail Pheterson, la prostitución es una de las cuatro instituciones clave que regulan las relaciones entre los hombres y las mujeres, junto con la heterosexualidad obligatoria, el matrimonio y la reproducción.

Raquel Osborne
En primera persona: las prostitutas, el nuevo sujeto de la prostitución
En: “Unidad y diversidad. Un debate sobre la identidad de género. Materiales para reflexión”. Secretaría de la Mujer de la Federación de Enseñanza de CCOO (2000)


La criminalización de la industria del sexo es una estrategia política que cumple una importante doble función. Por una parte, el Estado y las Administraciones públicas amplían el ámbito de intervención y control sobre los ciudadanos, dirigiendo conductas y conduciendo sexualidades. Por otra, sirve de sucedáneo de una peligrosa y más directa criminalización del fenómeno migratorio, lo que encontraría serias resistencias por parte de algunos sectores sociales, por lo que funciona como estrategia y contribuye de igual forma a poner freno ante la llegada "masiva" de inmigrantes. En este contexto de nuestra posmodernidad, la victimización de las trabajadoras sexuales, lejos de redimirlas, beneficia fundamentalmente a una industria del rescate cada vez más boyante.


José López Riopedre
La criminalización de la industria del sexo, una apuesta políticamente correcta,
Gazeta de Antropología, 2011




Decía Pasolini, a propósito de Saló: “Hoy el sexo es la satisfacción de una obligación social, no un placer contra las obligaciones sociales”. He pensado también en Pasolini al ver las fotografías de Rubén García. En El evangelio según Mateo, en la Trilogía de la vida, con actores no profesionales. En un Pasolini post Pasolini, con la derrota de su sueño por cambiar la sociedad, contra la que se rebeló con gran brillantez. Las mujeres de Rubén podrían ser actrices del director. Detrás del trabajo de Rubén hay un interés profundo por las personas que retrata. Un deseo de conocer en su esencia. Eso se transmite. Frente a otras fotografías de prostitutas o prostitutos, normalmente anglosajonas -como las muy interesantes de Philip-Lorca diCorcia-, las suyas dan un giro, añaden una esencia, un compromiso. Lo consigue para sus modelos, que aunque posen en su lugar de trabajo, trascienden. Esta capacidad de trascendencia de su trabajo lo hace sumamente interesante.


Quijotesco y místico, así se acerca a sus elegidos. Una mística que aparece en sus paisajes de temor y desaliento en los que muestra, llenos de dignidad a sus modelos. Hay uno en la serie, Abdel, que es un contrapunto: Abdel, transexual -todavía no está operado-, que aparece como hombre (desnudo) y como mujer (vestida). La belleza y juventud del modelo, que aparece sin marcas es una sutil transgresión en el proyecto. ¿Cómo tratará el paso del tiempo a Abdel mujer? ¿Al mantener una situación social más acomodada escapará al deterioro de sus compañeras?. Abdel vive en un piso, con una compañera de trabajo, se anuncia en revistas, y busca un novio. Como hombre es muy desenvuelto, y como mujer cambia, más sensual y seductora. Abdel daría para un trabajo sobre el género y su construcción social en primera persona. Y apuntes no le faltan al fotógrafo sobre su vida.


Hay un díptico en que una mujer aspira la base de coca y en la siguiente imagen  aparece con una cara de ensoñación, placer y tranquilidad... cada fotografía tiene una historia detrás, de conversaciones, de conocimiento del modelo. Rubén quiere saber, y la cámara transmite su deseo y nos deja con él.  Cada retrato es una historia que nos conmueve, y nos hace desear saber más. Las palabras no hacen falta, pero las imágenes nos dejan con sed, una sed visual como la que hay en las primeras fotografías, cuando la cámara no era un objeto habitual. Algo de ese aroma tienen, aunque no solo. También hay intensas miradas.


Y algo ingenuo en todo ello, una pureza muy difícil en nuestros tiempos. Como un descubrirse descubriendo. No hay lugar para  el cálculo. Me parece que a Rubén le va la vida en ello. Y de su compromiso, de su afán por saber y ser van surgiendo sus imágenes. Son un campo de batalla, y su afán desnudo nos trae éstas magnificas e interesantes obras. En la tradición del desnudo y en la que él va creando, su propia tradición del desnudo. Y cuánto más desnudos presenta a sus modelos, más preguntas nos hacemos. Y la última, y la primera, quedarnos delante, pararnos a ver. Pocos espectadores pasarán de largo. Pero los que nos importan, los que se quedan. A ellos les queda la tarea. Porque las obras de Rubén García no incitan al escándalo, más bien a la comprensión. Empezar a comprender el mundo gracias a un bello trabajo.


Jesús Gironés

Pozuelo de Alarcón, enero 2014


(Texto escrito para el libro de Rubén García "Prostitución. Retratos de una vida")







Fotografías de Rubén García de su libro de próxima aparición "Prostitución. retratos de una vida en la calle". Copyright de las fotografías Rubén García.


lunes, 9 de marzo de 2015

Buscar las huellas del pasado...

Buscar las huellas del pasado nos obliga a veces a ser detectives poéticos


Buscar las huellas del pasado nos obliga a veces a ser detectives poéticos. Reconocer a la hermana  de una tatarabuela en una fotografía, o el hermano de una bisabuela, que murieron tan jóvenes. Reconstruir el pasado a partir de indicios, de memoria rota, fragmentaria, imaginada.
Piezas de un rompecabezas sin instrucciones al que faltan algunas piezas definitivamente. Los que tenían las respuestas murieron antes de que tú nacieses. Memoria en baúles, payos, cómodas, en cajas.
Imagino preguntas, rostros voces/ y convoco presencias y lugares/ para hacer el ayer con dos futuros/ tuyo y mío, que instauro a cada instante”. (Amada Marta. Miquel Martí i Pol).
A veces me gustaba juguetear a que la herencia material de uno de mis abuelos se reducía al reloj sin tiempo y a la brújula sin dirección, porque las dos piezas tenían las agujas desaparecidas –el reloj- o caída  -la brújula. Luego descubrí entre mis más preciados tesoros los mantones de merino, con algo de polilla. Esas huellas del tiempo que intenté aprender a ver con más placer que dolor. Y comencé a disfrutar con la pequeña arqueología de la memoria. “Lo que podíamos responderte se ha perdido./ Puede hablarte –si tú ,muchacho, sabes el mudo// nuevo lenguaje suyo de muchacho- tan sólo/ quién allá abajo quedó, en la luz del llanto…” (Pier Paolo Pasolini. La religión de mi tiempo).
Empecé a disfrutar con hojas encontradas entre las páginas de los libros, con poemas de comerciantes entre las reglas de su oficio, con dedicatorias en estampas de vírgenes y felicitaciones de onomásticas escritas también en imágenes de vírgenes y santos. Cada papel era un pequeño tesoro. Cada caligrafía me parecía una pequeña orgía disciplinada. Casi no sé si realmente puedo imaginar la vida en aquellos rostros. Pero me reconozco en miradas, manos, gestos. O reconozco a otros más cercanos. Porque aquellas fotos si que amortajaban el presente en todo su esplendor. “retazos así/ que de retazos es la historia que nos cabe/ como gotas de sangre en un álbum ya sin fotos/ perdido en el trastero/de una casa/al borde/del derrumbe”. (Mario Merlino. Arte cisoria”).
Cuando estás lleno de preguntas los principales testigos han desaparecido. Por eso las pocas frases que rescatas te parecen tesoros. Y casi siempre surgen por azar. Los cajoncitos de una antigua maquina de coser pueden descubrirte placeres que ni imaginabas: fotos para antiguos documentos de identidad, cajas metálicas de tabaco llenas de botones y todo tipo de misceláneas  que hacen las delicias del voyeur en que te has convertido. Los recuerdos cobran vida como hojas de primavera a cambio de su significado incierto. Es la alegría de los objetos y las imágenes, ya no “Esa sombra que se escapa/ doloroso perfume de recuerdos”. (Mar en la sangre. Ángeles Navarro Guzmán).
Nos vemos creando y recreándonos en un pasado más cerca del sueño y la imaginación. Una historia de amor al fin y al cabo. Como un árbol genealógico sentimental para familias sin los papeles en orden, porque la muerte y el olvido escriben y sepultan con eficacia. Y a veces nos gusta, nos fascina, empezar con la chamarilería para hacer castillos en el aire, sobre las tumbas en las que ya no hay quién distinga los nombres, ni casi las tumbas, que la especulación también ha entrado en los cementerios, por muy sacramentales que fueran. Los que amamos y fuimos amados nos entretenemos en sacar nuestras cajas y jugamos con el pasado. Nos rebelamos. “Cuando está el leño en el hogar,/más no la llama viva./ Cuando es el rito más que el hombre/. Cuando acaso empezamos/ a conjurar palabras que no pueden/ conjurar lo perdido”. (El fulgor. José Ángel Valente).

(Publicado en el último número de Platea, mayo 2011)

 Antepasado desconocido
La casa de mi tatarabuela Petra Moreno de la Riva, donde nació mi bisabuela Marcelina y  mi abuela Pilar. En el balcón, probablemente Pilar Herreros (otra bisabuela) y y su hermana Bárbara. Actual Ayuntamiento de Ortigosa de Cameros (La Rioja). 1920.
                                                                     Mi madre, Pilar. Hacía 1936.

 Grupo ortigosano. De izquierda a derecha, la segunda mi tía abuela Carmen Marín, la tercera Carmen Nájera y la quinta mi abuela Pilar.

 La tía Alberta. Alberta Martínez de la Riva. Fotografíada por Kaulak. ¿1927?

                                                            El tio Francisco, hermano de mi bisabuela Marcelina.
Nota filosófico-moral.
Ortigosanas vestidas de serrana. La segunda de derecha a izquierda, mi abuela Pilar. Fotografía de A. Muro,  principio años treinta. Digitalizada por Cámara Oscura.

PLATEA. Revista cultural (número 32)
Coordinación editorial: Carlos Delgado Mayordomo