YVES BONNEFOY: NOMBRE VERDADERO
Llamaré desierto a ese castillo que fuiste,
noche a esta voz, ausencia a tu rostro,
y cuando caigas en la tierra estéril
llamaré nada al relámpago que te llevó.
Morir es un país al que amabas. Vengo
pero eternamente por tus caminos sombríos.
Destruyo tu deseo, tu forma, tu memoria,
soy tu enemigo que no tendrá piedad.
Te llamaré guerra y me tomaré
sobre ti las libertades de la guerra y tendré
en mis manos tu rostro oscuro y cruzado,
en mi corazón esa región que ilumina la tormenta.
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en "Poesía francesa contemporánea 1940-1997", Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1997. Selección y traducción de Jorge Fondebrider. En la imagen, Yves Bonnefoy (Tours, Francia, 1923-París, Francia, 2016) por Anne-Laure Poisson, 2009.
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VRAI NOM
Je nommerai désert ce château que tu fus,
nuit cette voix, absence ton visage,
et quand tu tomberas dans la terre stérile
je nommerai néant l’éclair qui t’a porté.
Mourir est un pays que tu aimais. Je viens
mais éternellement par tes sombres chemins.
Je détruis ton désir, ta forme, ta mémoire,
je suis ton ennemi qui n’aura de pitié.
Je te nommerai guerre et je prendrai
sur toi les libertés de la guerre et j’aurai
dans mes mains ton visage obscur et traversé,
dans mon cœur ce pays qu’illumine l’orage.
JOSÉ LEZAMA LIMA: ESPERAR LA AUSENCIA
Estar en la noche
esperando una visita,
o no esperando nada
y ver cómo el sillón lentamente
va avanzando hasta alejarse de la lámpara.
Sentirse más adherido a la madera
mientras el movimiento del sillón
va inquietando los huesos escondidos,
como si quisiéramos que no fueran vistos
por aquellos que van a llegar.
Los cigarros van reemplazando
los ojos de los que no van a llegar.
Colocamos el pañuelo
sobre el cenicero para que no se vea
el fondo de su cristal,
los dientes de sus bordes,
los colores que imitan sus dedos
sacudiendo la ausencia y la presencia
en las entrañas que van a ser sopladas.
La visita o la nada
cubiertas por el pañuelo,
como el llegar de la lluvia
para oídos lejanos,
saltan del cenicero,
preparando la eternidad
de sus pisadas o se organizan
inclinándose sobre un montón de hojas
que chisporrotean sobre el jarrón
de la abuela,
huyendo del cenicero.
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en "Fragmentos a su imán", Lumen, Barcelona, 1978. En la imagen, José Lezama Lima (La Habana, Cuba, 1910-1976).
JONIO GONZÁLEZ
MARGARIDA
algo destacaría, sí
de encinas y robles
la forma en que flanquean
el sendero hacia el volcán
de la ermita
la ofrenda para nadie
de las hojas que pisamos
la piel del agua y el reflejo
de nuestro pie en ella
¿qué más habrá de suceder
qué error que no hemos previsto
o qué milagro?
mientras descendemos
entre verdes matas
mientras nos ignora la brisa
y la mano toca
la piedra antigua
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J. G., inédito
ANA BLANDIANA:
SIN SABER
Evidentemente no me parezco
a ninguno de esos hilanderos de palabras
que se hacen los trajes y las carreras de ganchillo,
las glorias, los orgullos,
aunque me muevo entre ellos
y ellos miran mis palabras como si fueran pulóveres,
"¡Qué bien vestida vas”, me dicen.
“¡Qué bien te queda el poema!”,
sin saber
que los poemas no son mis vestidos,
sino el esqueleto
extraído con dolor
y colocado encima de la carne como un caparazón,
siguiendo el ejemplo de las tortugas
que así sobreviven
largos e infelices
siglos
(Los 4 poemas del facebook de Jonio González)