martes, 17 de marzo de 2015

El cuerpo del desnudo. Sobre las fotografías de Rubén García.

El cuerpo del desnudo


“¿Qué relación existió entre la institucionalización de la prostitución en Occidente y la imposición del matrimonio monogámico indisoluble? ¿Qué complejos lazos se tejieron entre la institucionalización del matrimonio monogámico indisoluble, la institucionalización de la prostitución y las relaciones de dominación existentes entre las `clases sociales´? ¿Favoreció la institucionalización de la prostitución en Occidente la estigmatización de determinadas conductas sexuales?”.


“De hecho, la práctica totalidad de las mujeres de las clases populares más humildes, que no se sometieron a las reglas de normalización, se vieron codificadas como mujeres comunes, mujeres públicas. De ese modo se naturalizó la relación entre prostitución y pobreza”.


                                                          La prostitución, el oficio más moderno, en
                                                          Nacimiento de la mujer burguesa,
                                                          Julia Varela

Las fotografías de Rubén García destilan autenticidad, verdad. Son un manifiesto en sí mismo. Un trozo de vida, esa que normalmente permanece oculta en los márgenes. Él convierte en protagonistas a sus personajes -no, no son personajes, son personas desnudas- que hacen un inusual trato con la cámara. Posan con la dignidad de los que han perdido casi todo. Hoy que ya casi nada nos conmueve, aquí están estás mujeres en carne viva, en herida viva. Podrían ser campesinas, cajeras del DIA, dependientas, asistentas, operarias de fábrica, teleoperadoras. Podrían serlo, y algunas lo son: mujeres maltratadas, enamoradas, madres. Muchas, mujeres de la calle.
Rubén además ha realizado unas entrevistas, con preguntas breves, concisas, asépticas, que aportan datos demoledores: cómo de un salario de 3.000 euros mensuales, el 90 por ciento es gastado en cocaína (base de coca). En ellas se habla también de solidaridad, como una prostituta que  vive en su piso con una gran biblioteca, porque le encanta leer, ayuda a sus compañeras que viven en la calle lavándolas la ropa o dándoles preservativos. O declaraciones como: “La gente piensa que prostituirse es una forma fácil de ganar dinero, pero no es así. Es muy difícil tener sexo con una persona que no he elegido y que no es de mi agrado. A veces paso mucho miedo”.


David Trullo me comentó que cuando vió las fotografías de Rubén García en Entrefotos pensó en adanes y evas...  Adán y Eva, de Cranach, por ejemplo. Una apreciación que me sugiere el clasicismo de estos retratos, su conexión con el paradigma clásico y por eso su ruptura con muchas de las corrientes en que hoy se mueve la fotografía. Rubén vuelve a los orígenes de la pintura y de la fotografía para encontrar su fuerza, con esa capacidad de volver a ver, de recuperar la mirada para contar lo que ve. Sus prostitutas pueden verse como evas,  venus o vírgenes que cuentan su verdad. Su dignidad viene de ese misterioso contrato con la cámara que las convierte en mujeres que arrastran todos los desequilibrios y tensiones del hecho de ser mujer. Carne de hoguera inquisitorial, hoy son las abandonadas de nuestra brillante sociedad, las que no existen. Pero son reales, tan reales y condenadas a no existir si no fuera por la mirada del fotógrafo, que de la nada, les da  una vida majestuosa: la de la herida abierta, la de los sujetos frágiles, la de los sueños rotos del capitalismo.


No puedo evitar pensar en esa magnífica serie de televisión -The wire- que camina sobre los bajos y altos fondos de la sociedad americana, en la mejor tradición de la novela negra, que se ve con la ansiedad con que un fumador compulsivo enciende un cigarrillo tras otro, pensando que el siguiente acabara con su ansiedad. En The wire, cada capítulo lleva a otro que en lugar de dar respuestas, plantea nuevas preguntas, o te lleva a estrellarte con la imposibilidad de resolver los casos. Una danza frenética entre los que quieren encontrar la verdad, y los que quieren que permanezca oculta. Senadores corruptos que se alimentan del dinero de la droga y la corrupción, policías más pendientes de las estadísticas que de solucionar casos, políticos atados a financiaciones que no les permiten actuar, sindicalistas portuarios que se comportan como mafiosos y con mafiosos tratan para intentar sobrevivir en un mundo que aniquila los antiguos derechos laborales; educadores que manejan como pueden un sistema educativo despojado de medios, y que no sirve para apartar a los alumnos de la escuela de la delincuencia. Un retrato de la dura vida de Baltimore que es un espejo de sitios demasiado cercanos, de un modo de actuar que se ha convertido en universal.


Y en la historia de la obra de Rubén García, no hay que olvidar que la línea fundamental de su trabajo es el desnudo. Y elegir el desnudo como él hace no es una cuestión baladí. No lo es hoy, quizá más el masculino -todavía más relacionado con la fuerza del movimiento gay que con los procesos del feminismo.. Escándalos más o menos recientes en la publicidad del metro de Londres -El origen del mundo, de Courbet-, los escándalos ya de fotografías de hombres desnudos en la publicidad urbana en Suiza, o en París o los últimos en un microcosmos que conozco bien: El Foro de Pozuelo con la exposición de Ismael DeLarge., nos hacen preguntarnos qué fuerza tiene el desnudo hoy que todavía provoca violentos volcanes, exabruptos morales, represiones varias... Ya no recuerdo que autoridad franquista  prohibió la exhibición de una reproducción.de  La maja desnuda en un escaparate. O como los desnudos de la Capilla Sixtina estuvieron a punto de desaparecer. La contrarreforma económica actual encuentra también camino en las viejas luchas del cuerpo desnudo como espacio de libertad.


Para Rubén la elección del desnudo es una cuestión moral y emocional. Parte de la tradición, y en ella encuentra su camino. La belleza del cuerpo en un paisaje a veces “donde únicamente prima el temor, la desesperación y el desaliento”.Una obra, que en sus propias palabras busca “la inmensidad, la belleza y el misterio...”, preocupado también por “un tema tan enigmático y misterioso como lo es la creencia y la fe en la religión cristiana”.



2.


¿De dónde viene la prostitución, entendida la pregunta como “causas estructurales” de la misma? En primer lugar, habremos de tener presente que, siguiendo los análisis de Gail Pheterson, la prostitución es una de las cuatro instituciones clave que regulan las relaciones entre los hombres y las mujeres, junto con la heterosexualidad obligatoria, el matrimonio y la reproducción.

Raquel Osborne
En primera persona: las prostitutas, el nuevo sujeto de la prostitución
En: “Unidad y diversidad. Un debate sobre la identidad de género. Materiales para reflexión”. Secretaría de la Mujer de la Federación de Enseñanza de CCOO (2000)


La criminalización de la industria del sexo es una estrategia política que cumple una importante doble función. Por una parte, el Estado y las Administraciones públicas amplían el ámbito de intervención y control sobre los ciudadanos, dirigiendo conductas y conduciendo sexualidades. Por otra, sirve de sucedáneo de una peligrosa y más directa criminalización del fenómeno migratorio, lo que encontraría serias resistencias por parte de algunos sectores sociales, por lo que funciona como estrategia y contribuye de igual forma a poner freno ante la llegada "masiva" de inmigrantes. En este contexto de nuestra posmodernidad, la victimización de las trabajadoras sexuales, lejos de redimirlas, beneficia fundamentalmente a una industria del rescate cada vez más boyante.


José López Riopedre
La criminalización de la industria del sexo, una apuesta políticamente correcta,
Gazeta de Antropología, 2011




Decía Pasolini, a propósito de Saló: “Hoy el sexo es la satisfacción de una obligación social, no un placer contra las obligaciones sociales”. He pensado también en Pasolini al ver las fotografías de Rubén García. En El evangelio según Mateo, en la Trilogía de la vida, con actores no profesionales. En un Pasolini post Pasolini, con la derrota de su sueño por cambiar la sociedad, contra la que se rebeló con gran brillantez. Las mujeres de Rubén podrían ser actrices del director. Detrás del trabajo de Rubén hay un interés profundo por las personas que retrata. Un deseo de conocer en su esencia. Eso se transmite. Frente a otras fotografías de prostitutas o prostitutos, normalmente anglosajonas -como las muy interesantes de Philip-Lorca diCorcia-, las suyas dan un giro, añaden una esencia, un compromiso. Lo consigue para sus modelos, que aunque posen en su lugar de trabajo, trascienden. Esta capacidad de trascendencia de su trabajo lo hace sumamente interesante.


Quijotesco y místico, así se acerca a sus elegidos. Una mística que aparece en sus paisajes de temor y desaliento en los que muestra, llenos de dignidad a sus modelos. Hay uno en la serie, Abdel, que es un contrapunto: Abdel, transexual -todavía no está operado-, que aparece como hombre (desnudo) y como mujer (vestida). La belleza y juventud del modelo, que aparece sin marcas es una sutil transgresión en el proyecto. ¿Cómo tratará el paso del tiempo a Abdel mujer? ¿Al mantener una situación social más acomodada escapará al deterioro de sus compañeras?. Abdel vive en un piso, con una compañera de trabajo, se anuncia en revistas, y busca un novio. Como hombre es muy desenvuelto, y como mujer cambia, más sensual y seductora. Abdel daría para un trabajo sobre el género y su construcción social en primera persona. Y apuntes no le faltan al fotógrafo sobre su vida.


Hay un díptico en que una mujer aspira la base de coca y en la siguiente imagen  aparece con una cara de ensoñación, placer y tranquilidad... cada fotografía tiene una historia detrás, de conversaciones, de conocimiento del modelo. Rubén quiere saber, y la cámara transmite su deseo y nos deja con él.  Cada retrato es una historia que nos conmueve, y nos hace desear saber más. Las palabras no hacen falta, pero las imágenes nos dejan con sed, una sed visual como la que hay en las primeras fotografías, cuando la cámara no era un objeto habitual. Algo de ese aroma tienen, aunque no solo. También hay intensas miradas.


Y algo ingenuo en todo ello, una pureza muy difícil en nuestros tiempos. Como un descubrirse descubriendo. No hay lugar para  el cálculo. Me parece que a Rubén le va la vida en ello. Y de su compromiso, de su afán por saber y ser van surgiendo sus imágenes. Son un campo de batalla, y su afán desnudo nos trae éstas magnificas e interesantes obras. En la tradición del desnudo y en la que él va creando, su propia tradición del desnudo. Y cuánto más desnudos presenta a sus modelos, más preguntas nos hacemos. Y la última, y la primera, quedarnos delante, pararnos a ver. Pocos espectadores pasarán de largo. Pero los que nos importan, los que se quedan. A ellos les queda la tarea. Porque las obras de Rubén García no incitan al escándalo, más bien a la comprensión. Empezar a comprender el mundo gracias a un bello trabajo.


Jesús Gironés

Pozuelo de Alarcón, enero 2014


(Texto escrito para el libro de Rubén García "Prostitución. Retratos de una vida")







Fotografías de Rubén García de su libro de próxima aparición "Prostitución. retratos de una vida en la calle". Copyright de las fotografías Rubén García.


1 comentario:

  1. Impresionantes fotografías, me recuerdan a "Trilogía sucia de la Havana" no sé por qué...

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