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A CRISTINA PERI ROSSI
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Un texto de Luis Francisco Pérez sobre "Cartas a Kafka"
“Cartas a Kafka”, colectiva de cuatro artistas en Cafebrería ad Hoc, Madrid
Kafka en Cafebrería ad Hoc
“Cartas a Kafka”
La carta de las nubes a la arena:
la sombra lo es por un rato.
Al otro lado de nosotras
el día nunca muere.
Doris Kareva
Traducción del inglés al castellano; Jonio González
Mi relación con Kafka se debate entre el horror y el desasosiego, que me produjo en mi juventud leer “La metamorfósis” y el extraño placer de leer su cuento “El buitre” para mi clase Literatura Universal Contemporánea en la facultad, impartida por Mercedes Gómez del Manzano, la profesora a la que también le debo “Eros”, de Clara Janés.
No me ha extrañado descubrir ahora la lectura de Kafka a partir de Foucault y su clarividencia en textos como “Las relaciones de poder penetran en los cuerpos”. Ni tampoco el interés de Judit Butler por los dibujos de Kafka y todos los problemas que acarreó su propiedad y su salida a la luz.
No deja de sorprender que la obra de Kafka podría haber sido quemada, y no en un campo de concentración, sino por las instrucciones de Kafka a Max Brod, el amigo al que regalaba las piedras que llevaba en sus bolsillos para tranquilizarse, y le decía que su amor por él era tan fuerte como ellas pero mucho mas grande.
Cuando Lola Vivas me propuso organizar una exposición para su espacio en el centenario de la muerte de Kafka, a partir de la “Carta al padre”, me puse a pensar en los artistas. Cuatro, me dijo.
Tras algunas dudas, que una selección siempre exige, incluso en mis colectivas multitudinarias, me decidí por cuatro creadores cuya trayectoria rigurosa y comprometida sigo hace años: Pepe Domínguez, Mariana Laín, Florencia Kettner y Pepe Medina. A ellos les lancé la propuesta de enfrentarse a la obra de Kafka en lo que al final he dado en llamar “Cartas a Kafka”. Su acercamiento a una obra universal, que ha dado lugar al adjetivo “kafkiano” que todos conocemos y usamos. Recuerdo su eco en la voz de mi madre.
Kafka, una obra tan viva hoy en día, y parecía condenada a desaparecer. Pero él dió en nombrar el desasosiego del hombre contemporáneo, con Stefan Zweig o Virginia Woolf.
Jesús Gironés, 3 de junio de 2024, Pozuelo
de Alarcón
Pepe Domínguez https://www.contraquien.com
Florencia Kettner http://www.florenciakettner.com/
Mariana Laín https://www.marianalain.com
Pepe Medina https://pepemedina.net
EL BUITRE
Franz Kafka
Érase un buitre que me picoteaba los pies. Ya me había destrozado los zapatos y los calcetines, y ahora ya me picoteaba los pies. Siempre daba un picotazo, volaba en círculos inquietos alrededor y luego continuaba su obra. Llegó un señor, se quedó mirando un momento y me preguntó por qué aguantaba yo al buitre. -Estoy desamparado -le dije-; llegó y comenzó a darme picotazos; yo traté de espantarlo y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales son muy salvajes y quería írseme a la cara. Decidí sacrificar mis pies; ahora casi me los ha destrozado. -No se deje sacrificar -dijo el señor-; basta un tiro y el buitre se terminó. -¿Cree usted? -pregunté-, ¿quiere ayudarme en este trance? -Con mucho gusto -dijo el señor-; sólo tengo ir a casa a buscar el revólver, ¿podrá usted aguantar media hora más? -No lo sé -respondí, y por un momento quedé rígido de dolor; luego añadí-: por favor, inténtelo de todas maneras. -Bien -respondió el señor-, voy a apurarme con mi revólver. El buitre había escuchado con calma nuestro diálogo, mirándonos al señor y a mí. De repente me di cuenta que había entendido todo; voló un poco, retrocedió para darse el impulso necesario, y como un atleta que arroja la jabalina ensartó el pico en mi boca, hasta el fondo. Al caer de espaldas sentí como me liberaban; que en mi sangre, que llenaba todas las profundidades y que rebasaba todos los límites, el buitre, inexorablemente, se ahogaría.