David Trullo: un ritual
Corta fue la hermosa vida.
Pero que poderosos los perfumes
Kavafis
En la tarde, 1917
Versión José María Álvarez
Era julio, 2016. Hacía calor. Más que andar me arrastraba.
Era un verano en que sueños y deseos se calcinaban.
Y entré.
Vi las fotografías. Viejos y jóvenes conocidos. Sopesaba,
disfrutaba. En mi memoria la frescura de algunas fotografías que fueron
rescatadas, coleccionadas.
Y vi aquello.
Si, aquello.
El espacio se transformó.
Ya no estaba en una sala de exposiciones, sino en la cripta
de una iglesia.
Un regreso a las catacumbas, a los cultos de la infancia.
Era un pequeño altar. Me acerqué emocionado, recuperando la
dicha pérdida.
Apenas fotografías y un secreter. Trozos de vida.
Aquella imagen de un joven oferente que David Trullo mostró
en su primera exposición en El Foro de Pozuelo, esa sala que ya casi me parece
mas sueño y memoria que realidad.
Allí estaba aquel muchacho oferente, y otras ofrendas. Los
dioses, los deseos de juventud, sus juegos, sus leyes. Sus provocaciones.
Y estaba el álbum de fotos: del XIX. Encontrado, imagino. O
quizá perteneció a su bisabuelo pintor. Con sus bordes dorados para enmarcar
cada fotografía, sus formas...
Y el álbum era un juego del artista, pura belleza,
historia...
Esos efebos tardíos aparecían en un álbum recuperado de su
tiempo, de su pérdida. Y ellos, los
modelos, eran pervertidos -técnicas de revelado, de copiado, de fragmentación,
tan caras a David Trullo-, para llenar de vida, llenarse de vida, en un álbum
que en principio estaba destinado a la desaparición, a la destrucción.
La fotografía, la pintura, la poesía y su lucha contra el
tiempo. Aunque el precio sea difuminar las barreras, marcar otras nuevas:
pero ese camino también es largo
como el de las generaciones,
y se refleja en algunos rostros
como los padres en los hijos.
Escribo poesía,
escribo poesía
porque he salvado así
la vida de mis hijos.
María Antonia Ortega.
El emparrado.
Sabemos que es imposible atesorar el presente, but...
El cristianismo nos enseñó el arte de lo imposible.
2
Y ahí, David Trullo empeñado en lo imposible. Recuerdo su “CHRISTO MEETS
APOLLO”.
Pero no, fueron los
cristianos los que crucificaron a Apolo.
La obra de David Trullo se mueve en ese oleaje, en ese
vaivén, entre el cristianismo y el paganismo. Tan español, venía a decir Emilio
Sanz de Soto, señalando también la ironía, el toque surreal...
Invoco a Emilio. Como hubiese disfrutado de una instalación
que era pura delicia.
Y a Mario Merlino, que da título a este inconstante blog:
retazos así
que de retazos es la historia que nos cabe
como gotas de sangre en un álbum ya sin fotos
perdido en el trastero
de una casa
al borde
del derrumbe
Mario Merlino
Arte cisoria
Pero David rescata el
álbum -es cierto, la casa quizá se ha derrumbado, o la han derrumbado,
dependerá del lugar y la especulación-.
David rescata el álbum, y sus gotas de sangre son fotografías
de un tiempo vivido, al menos en el esplendor del fotógrafo y su modelo.
Dejadme que os cuente una historia, dice el artista, dejadme
que os cuente la historia de mi vida, de nuestra vida.
¿Quién quiere mirar al pasado?
Quién quiere detenerse ante un altar. Como corderos salvados
del puñal, como el hijo salvado del puñal... Como los cuerpos salvados del
tiempo, en el pacto, en el rito.
Muertos y tan vivos.
David Trullo, fiel a sus obsesiones, pintando siempre el
mismo cuadro (Vaquero Turcios dixit).
Haciendo siempre la misma foto, ese instante, esa lucha. Y
hay tanto ruido. Y el ruido del éxito distrae tanto.
Pero David se detiene, y escucha su propio rumor. Se tapa los
oídos. Huir de las sirenas. Otra vez se regocijará con ellas, si acaso.
Tiempos descreídos.
De vírgenes suicidas.
Hay que elevar altares al dios que nos ha abandonado.
Hay que levantar el cuchillo sobre nosotros mismos, esperando
que el ángel aparezca.
Y nos detenga.
Pero no, no aparecerá.
Hay que recrearse y elevar el altar en esa soledad.
Aunque el ángel no venga.
Es nuestra soledad, y los creadores se inmolan.
Así veo a David Trullo, inmolándose.
Es tanta la belleza.
But...
Al borde del abismo, la verdad.
Y en la vorágine, miles de personas pasarán al lado y no
entrarán.
Y quizá solo una...
Que quedara arrebatada.
Y fuese la que el artista necesita.
El milagro.
Ya sabía Kavafis lo que el viaje significaba.
Que nuestra ofrenda sea al poeta, a la poesía.
Cuánta belleza, David Trullo tu “fin de siglo”.
Que quizá ya nunca podamos volver a ver.
Epílogo
Pienso en David y su trabajo y recuerdo a Godard y su consejo
para crecer en la creación. Él lo llamaba “la continuidad en la ruptura”.
Exquisito conocedor, atento a sus mitos, el artista hace su
camino, insobornablemente solitario.
Y David Trullo en ‘Findesiglo’ (1990-1999), se permite hacer
una mini antológica de su vida de artista, su biografía del siglo pasado…
Jesús Gironés
Pozuelo de Alarcón, julio 2016
David Trullo
‘Findesiglo’ (1990-1999)
Instalación fotográfica
Medidas variables
2016
Un proyecto para "Desnudados" de Alexis W.
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