martes, 12 de abril de 2022

Rachel Halfi

 


Cómo fue que perdí el éxodo de Egipto



Cuando llegó la medianoche comprendí

que había perdido el éxodo por unos cuarenta minutos.

Estaba terminando de empacar la valija roja

pero en ese momento recordé que no había puesto las gorras

para toda la familia y que nos esperaba una errancia de cuarenta años

bajo el sol rajante del desierto. Entonces cargué la escalera

desde el patio hasta el depósito y allí estaban,

entre la ropa de verano, bien embaladas, todas las gorras.

Hasta que logré desatar los paquetes de ropa,

pude tomar algún traguito de agua

para recomponer mi pobre alma exhausta

por los preparativos del viaje;

hasta que alcancé a sentarme un minutito en un rincón

del depósito —mordí una manzana y me desvanecí.

Desperté de pronto, sobresaltada.

¿Cómo es posible que me haya dormido por una manzana?

¿Cómo fue que me engañó la serpiente?

¿Cómo puedo ser tan tonta todavía,

no comprender la magnitud de la hora,

la señal otorgada,

el destino del pueblo?

¿Cómo es que no llego a entender

qué significan "pueblo" o "destino",

cuál es la implicancia de "cambiar el porvenir"?

Hasta que logré salir del pantano y llegar a las corridas...

A duras penas podía arrastrarme

con la valija roja y todo el contenido

metí una bota con agua y las gorras de la familia entera—

y hasta que llegué a la orilla del Mar Rojo

toda mi familia, todo el pueblo, toda la tribu,

todo el barrio, aquellos que escaparon

del pantanoso horno de arena,

todos —incluso esa fulana, cómo era su nombre,

se me corta el apetito sólo de imaginar la travesía junto a ella—

se veían todos tan lejanos,

como cabecitas de alfiler al fondo de un valle,

en el espacio abierto entre ellos y las olas gigantescas,

cuando cesó el maremoto y en él los carros del faraón,

los jinetes, sus cabalgaduras

y todo el torbellino del ejército egipcio.

No pude ya arrojarme a las aguas porque no sé nadar

y aún está fresco en mí el trauma de aquella vez

que me ahogué en el Nilo y me salvó una cocodrila;

comprendí que no tenía ya la menor de las chances

de alcanzar a mi gente

allí, en la contraria orilla de ese mar.

No había ninguna probabilidad de que lo lograra:

una mujer sencilla y sola, con una valija.

Ninguna posibilidad de experimentar esos desastres monumentales

que entretanto crecieron hasta ser copiosos tsunamis.

Imposible. No podía alzar la voz y gritarles: "¡Eh, espérenme!"

Mi voz reverberaba en mi cabeza,

golpeaba mis sienes y seguramente nadie la oiría.

Me detuve en mi sitio, la sorprendida boca abierta,

como una estatua de sal, con un grito congelado

en la distancia de años y años.

Me perdí el gran éxodo y la gloria.

No atravesé el mar ni las penurias.

Ni siquiera me mojó el agua.

Así fue como nunca salí de Egipto.




Qué es


Qué es estar deprimido a los 20

comparado con ducharse a los 90

Qué significa irse a la cama con una mujer a los 21

frente a levantarse de la cama sin una mujer a los 81

Cuánto vale leer poesía a los 16

en comparación con atarse los cordones a los 89,

cuánto escribir poesía a los 39

al lado de poder desnudarse a los 93

Cómo califico el emborracharse a los 30

en contraste con poder beber un vaso de agua sin derramarlo a los 90

De qué vale completar un doctorado en lingüística a los 29

en contraste con recibir un papelito del oficinista idiota a los 74

Qué valor tiene el escalar el Himalaya a los 26

medido contra el poder subir a un autobús a los 86

Cuánto importa dirigir una asamblea a los 55

si lo comparo con digerir normalmente a los 83

De qué sirve escuchar música clásica a los 32

si se equipara con oír que golpean a la puerta a los 82

Qué mérito tiene levitar meditando a los 37

en tanto logremos permanecer de pie en la bañera a los 97


Qué es escribir esto, sentado, a los 40

comparado con leerlo, acostado, a los 90

y luego intentar


pararse.





Rachel Halfi

Traducción: Gerardo Lewin

Rachel Halfi nació en Tel Aviv, donde vive y trabaja actualmente. Su tío fue el poeta y actor Abraham HalfiTiene un máster en Literatura Inglesa de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y estudios posteriores de teatro en la Universidad de California y en el Conservatorio AFI de Hollywood. Trabajó como periodista y cineasta independiente. Da clases en la Universidad de Tel Aviv. Ha filmado documentales y películas experimentales. Ha escrito, además, obras de teatro por las que obtuvo premios en Israel y el exterior.

Publicó su primer poemario, Submarino y otros poemas, en 1975. Desde entonces ha publicado otras siete colecciones de poesía. Ha recibido los premios Primer Ministro, el Premio Ashman y el Premio Bialik de literatura.

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