miércoles, 22 de abril de 2015

Hotel París, un poema de Jesús Gironés

Hotel París


No me voy a detener en la tristeza
Ya no me crecerán alas
Ni podré besarte


Fuera, la lluvia
Dentro, el frío.


Escribir en los cuerpos 
es el lenguaje más difícil.


Jesús Gironés






(Hotel París es un poema incluido en la antología de poesía
Blanco Nuclear, coordinada por Luis Pino, para Ediciones Sial.
En el Hotel París celebraron mis padres su boda en 1960, aunque las razones del poema...)




jueves, 16 de abril de 2015

Recuerdos de Ortigosa de Cameros

(algún día tendré que escribir algo)



Mi madre dice: “Vámonos, pronto oscurecerá.
Se acerca ya nuestra segunda muerte,
son menos cada vez los que aún nos recuerdan”.

Joan Margarit
Hacia el crepúsculo,
en Todos los poemas: 1975-2012”, Austral, Barcelona, 2015.


 “Mi” Ortigosa mítica, que se nutre de los recuerdos de infancia -casi inconscientes, sensaciones-, los dos primeros años que fuimos con mi abuelo Eusebio... Los ritos, la sorpresa. Años después me contaría Esteban Pinillos que mi abuelo, cuando llegaba a Ortigosa “disfrutaba como un niño la mañana de reyes... “.
Ortigosa: la cocina de mi tía Petra, de la que me gustaría acordarme más. El pan frito para desayunar; los huevos para cenar, en aquellas cazuelitas blancas, con un filo azul y dos asas. Las sobadas, el brazo de gitano, la tarta de moka, los emparedados (rebozados). 
La morcilla dulce, el exótico caviar de mi infancia.
Como era el mayor, al llegar, mi abuelo me llevaba a la ronda de visitas. La tía Agus, Piedad, el tío Felix y la tía Felicitas. Luego me recuerdo yendo -yo solo- a ver a la tía Petra y la tía Pruden. Tocar el picaporte, esperar -se me hacía larga la espera hasta que aparecía la tía Pruden...
El mundo de mis tías abuelas: las Viniegras, las Loychates, las Hilarias, Tere Olmedo, Trini y Tiburcina... Sagrario, Piedad, Rafaela Vicente, que la tía Petra me mandaba a recoger el helado de leche merengada que le regalaba. Y también me acuerdo de los abuelos de Josito, Mamerta y Luis. 
Y de Inma, Cristina y Virginia.
Y de Leito, el asombro de que año tras año me reconociese por la voz: “Hola, Jesusito”. Y su bastón articulado,
Y el “Libro de Ortigosa”, con sus tapas duras. Me regalaron uno y me parecía un tesoro.
Ir con la tía Carmen a la fuente de San Antonio, que siempre recogía madreselvas y se las ponía al sagrado corazón -entronizado, decían-, que hay en casa...
Ir a las eras montados a caballo, y jugar entre la paja.  Solo fué una vez, pero ahí se quedó el recuerdo, como una fiesta irrepetible... O el miedo que me daba montar en el burro del tío Felix.
Me acuerdo del año que de los caños de la fuente de la plaza salía vino...
De cuando me contaban que Niceto Rubio era el padrino de la tía Carmen, y que una vez le dio una vuelta en avión,  la única que se atrevió de las hermanas...
De las excursiones que hacíamos, de coger manzanilla, de los caminos por los que no sabría volver. De las fresitas que crecían entre los helechos.
De lo misteriosa que me parecía la casa, sobre todo el payo, al que por supuesto no nos dejaban subir. 
De que la tía Petra me mandaba a la fuente de San Martín a por agua con una jarra, porque decía que sabía más buena.
De ir a tomar zurracapote, niños y mayores.
De las obras de teatro que hacíamos en casa de Nacho, y la leche condensada al baño María que llevaban para merendar. Y de la masa de pan que comprábamos en la panadería, para hacer investigaciones gastronómicas, que no había quién las comiese.
Del año que ardió el pajar de la tía Agus.
De María Gracia, todos los niños siguiéndola formando una cadena y cantando, -¿“Pase misì, pase misá”?- entrando y saliendo del casino...
De la matanza de un cerdo, en un portalón debajo de casa, el corte en el cuello, el cubo recogiendo la sangre, tan natural...
De las bromas que año tras año me gastaba Santi, el hijo de Antonia la Fontanera -no es que fuese fontanera, lo era su marido-, y yo, año tras año, caía.
De la tómbola, y sus sobrecitos azules, y que a veces te tocaba de premio bollitos de chorizo.
De las galletas ¿de nata, de mantequilla?, que hacía la tía Carmen, con forma de pájaro, flor... que años después las comí exactas en casa de Gudrun Ewert.
De las tertulias en casa de Piedad, lo bien que nos recibía siempre. Del jabato que un año tenían, ¡cómo corría, que velocidad! Y de contarnos que una de las puertas de la cocina era de la casa anterior de mís tías, que dejaron muchas cosas allí, que por qué lo harían.
De la primera vez que nos mandaron a la tienda de Mari Cruz: “¿De quién sois? No me lo digáis, colominitos, colominitos”.  Y parecerme mágico.
De las cabras, bajando cada una a su casa al anochecer..
Nada más llegar: los pájaros sobrevolando el puente, ¡tanta alegría!.

El preludio: Piqueras. La emoción desatada: al desviarnos en Villanueva.

















viernes, 10 de abril de 2015

La ceremonia de Eva Hiernaux
La artista Eva Hiernaux decide regalar sus obras y abre las puertas de su estudio.




  
tanto hablamos de desierto
que olvidamos cuando nuestra alma
era selva virgen

Eva Hiernaux
Cantos y secretos
en Ecuaciones de segundo grado
Miguel Ángel Bernat/ Eva Hiernaux
Ediciones El Torpe al Timón
Madrid 2013


Atravesamos una época de confusión extrema, de replanteamiento de valores y principios, de reordenamiento social, no exento de traumatismo, y los agentes tradicionales (encargados) de arrojar alguna luz sobre la humanidad, el pensamiento y el arte, ofuscados en el mismo fango provocado por el capitalismo post-industrial, instalándonos no solo en la penuria económica, sino más grave aún, en la penuria de la ideología y los valores.

Paul Virilio y Enrico Baj
“La cultura pop es una mierda”
Revista Replicante, febrero 2011




            Hace poco, nos sorprendía una extraña y feliz convocatoria por mail y facebook, recogida por IndieColors  también en la red: Eva Hiernaux convocaba en su estudio para que amigos e interesados se llevasen las obras que les placiese. Debo reconocer que no me sorprendió, o más bien lo acepté como algo tan normal o tan extraordinario como una tormenta o un espléndido día de sol. Convoqué a algunos amigos y un domingo por la mañana me encaminé al estudio, cuál ave de rapiña, debo reconocerlo. Iba poco místico al encuentro de las obras.
Reinaba un poco la avaricia y el desasosiego. Algo así como en los cuentos, cuando el rey arrojaba monedas de oro a la plebe, y se lanzan codiciosos. Recuerdo la sonrisa de Eva, como contrapunto. Y su serenidad. Cada uno íbamos encontrando nuestros tesoros y los acaparábamos, amorosamente glotones o luteranamente sobrios.
No sé por qué Eva regalaba sus cuadros, acaso era como la niña que regala sus juguetes. Yo recuerdo esas historias de niños que regalan sus juguetes, y el asombro de los mayores, que lo consienten como una excentricidad, que la edad curará.
Los niños que regalaban sus juguetes eran ricos, de familia con cierto acomodo, claro.
Intento acordarme de esas confusas historias que leí en mi infancia. Consigo recuperar una cierta atmósfera oscarwildiana o de cuento de Andersen. Pero quizá fuese más en clave Héctor Malot.

Eva ha sido una auténtica revolucionaria.
Ha roto con el rito que obliga a los artistas a comportarse según las leyes de un mercado que solo rige para unos pocos.
Es como si ante la sociedad que nos desagrada, nos empeñamos en mantener la actitud del famoso lord del anuncio, al que se le ha quemado el castillo pero se toma su  té en calma, quizá porque aún le queda el mayordomo. Por supuesto, es un comportamiento curioso, porque jamás tuvimos castillo, y lo que se nos quema es la vida.
Eva, disciplinada Eva, se ha cansado de ser una artista responsable. De seguir una carrera, de pintar y pintar, de hacer exposiciones como está mandado. De vender algún cuadro en cada exposición -me  sorprendió la actitud de sus coleccionistas en facebook, solo se sentían un poco dolidos porque ellos si habían comprado.. ellos no eran culpables del extraño comportamiento de Eva...
“Cansada de acumular”, creo que decía Eva...
En  lugar de acumular, compartir.
Es una pena que en el fondo vivamos en el guetto del arte.
El acto de Eva debería haber sido noticia de televisión: “Artista regala sus obras a quién las quiera”.

El acto de Eva nos recuerda que se pueden cambiar las cosas.


https://evahiernaux.wordpress.com/
El blog de Eva Hiernaux, imprecindible para conocer su trabajo.
Y también en La Aventura del Saber. Boek Visual:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-aventura-del-saber/aventura-del-saber-boek-visual-eva-hiernaux/2458147/

 Germinación 9
 Germinación 5
 El árbol de la esperanza. Mantente firme 1.
Lo que me hiere me salva.
 Nada en demasía.

Más madera, esto es la guerra.