miércoles, 7 de septiembre de 2016

Fuga Lenta, de Juan Martínez de las Rivas

Sigo esperando la continuación de Fuga lenta, la historia de Juan Martínez de las Rivas que tanto me hizo disfrutar. Mientras tanto, recupero el artículo que escribí en el 2010 para Diario de Pozuelo. Creía que siempre se podría ver en la red, pero que ingenuo. Se publicó en julio de 2010.

Fuga lenta
Entré en el intercambiador de Moncloa a comprar Pall Mall Alaska, y me sorprendió la información que destilaba Metro de Madrid. Me pareció curioso que se refirieran a los trabajadores de la empresa como algo ajeno a ella, como si no formasen parte. Alguien soñaba, pensé, con el metro de Copenhague, que funciona sin conductores. Y por cierto, las vías están protegidas con cristales que se abren a la vez que el vagón. Pasó la huelga, más ejemplar que salvaje, y con la copa del mundial llegó la catársis colectiva.
Por esos días de calor descubrí "Fuga lenta", la gran historia de Juan Martínez de las Rivas. Una lúcida autobiografía de la adolescencia del escritor, de las más originales que he leído. Relato fronterizo, más bien relato de lo que significa crecer cuando las fronteras vitales no están nada claras. Lo que por otra parte sucede casi siempre. Martinez de las Rivas, nacido en 1957, nos hace acompañarle en sus desvelos vitales en una familia atípica, como atípico es también su aprendizaje en tres culturas: la española, la alemana y la británica. De las tres participa y  en sus contradicciones y diferencias va encontrando su camino. El deporte aparece como el espacio perfecto en que las tensiones se amortiguan y permite organizar la vida. El portero de un prestigioso club al que va a practicar, no puede evitar comentarle lo curioso que le resulta que su abuelo fuese en Rolls-Royce con chófer y el vaya en metro y en autobús...
Publicada por Acantilado, "Fuga lenta" deja el deseo de seguir la aventura vital del protagonista, en la que más de una generación se reconocerá. De su paso por un colegio del Opus Dei al San Estanislao de Kostka, con internado de por medio, para acabar en un instituto... Su sorpresa al descubrir el recelo con el que miran a Franco conocidos de otros países o sus propios compañeros de colegio a su teckel al que consideran un vulgar perro salchicha, objeto de mofa... Pocos escritores se enfentan con tal dignidad a su pasado y nos permiten el placer de descubrirnos en él.


 Juan Martínez de las Rivas, fotografiado por Monika Canevaro.
 La mesa del escritor...
Matilde Roca de Togores y Juan Martínez de las Rivas.
Matilde Roca de Togores y Jesús Gironés Martínez

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