miércoles, 7 de junio de 2017

Concha Gómez-Acebo

                                                 Concha Gómez-Acebo. Autorretrato.


Cercanías

Bello y cotidiano título para la exposición de Concha Gómez-Acebo en la galería Utopía Parkway. Viajes en tren,  apuntes, vidas. Retratos y paisajes para un estado del ánimo y la mirada. El ejercicio de ver y sentir, condenados a un trayecto, que acaso es parte de la vida y sus ataduras. Tránsito que la pintora resuelve en un diario de avatares, enamorada de sus modelos casuales. La mirada que refleja una extraña melancolía, grises nubes que nos conforman, edificios en que reconocerse, austeros, geometrías del alma. La complicidad de Gómez-Acebo es de una ternura extraña, nos hace partícipes del extrañamiento Sus personajes, sus personas, nos hablan de un viaje más lejano: otros paises, otras culturas. El cansancio del laborar, la vista al cielo, gris y tan hermoso. La complicidad es el secreto.

Vidas en el tren. Un espacio que ya no está hecho para el encuentro. Y por eso su rareza. Apuntes. La pintura tiene esas cosas. Como sueños. Algún poema de Ángeles Navarro Guzmán me acompaña en la rememoranza: el silencio, la puerta del horizonte, donde acaba la tarde. El silencio de los días, a la sombra de la ciudad enamorada.
Personajes que piden, hablan, se bajan, suben. La pintora observa. Cuenta, dibuja, escribe. Una novia cumple su deseo, Velo blanco, ropa cotidiana. Un espejo en el que se refleja el deambular. Tierra de nadie. Cercanías. Los pasajeros bajan, suben, se van. Lejanías.

Concha Gómez-Acebo, Ángeles Navarro Guzmán. La poeta ha muerto. Me refugio en los cuadros de Concha. Una bella exposición cuyo ritmo desafía la prisa. Viajeros durmientes. Un reloj de estación que marca el tiempo de la nostalgia.
Que el viaje no sea inútil. Poder contarlo, dibujarlo, rememorarlo.

Trenes de cercanías. Que el viaje no se trague la vida.


(Texto publicado en Diario de Pozuelo en diciembre de 2009)

No se si Concha y Nines Navarro Guzmán se conocieron. Para mí estaban unidas por Lola Crespo, galerista de Utopia Parkway y su marido, el editor Ricardo Navarro, en cuya casa leí por primera vez A la sombra de la ciudad enamorada.
















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