sábado, 31 de octubre de 2020

Un poema de Olga Bergholz y una canción de Marina Rossell

 

Olga Bergholz y su marido, Boris Kornilov, 1929.


OLGA BERGHOLZ: ANTES DE SEPARARSE

Al irme, todo lo dejo para ti,
todo lo mejor en cada año desaparecido.
Toda la ternura pasada, la fidelidad pasada,
y el borde de la felicidad beso como una bandera.
A la severa y combativa bandera
de nuevo hago mi juramento
y, levantando la rodilla en el aire, la suelto.
Ya no nos conoceremos tú y yo
una felicidad igual a la que ardía en nosotros.
Pero creo que mi mejor canción
conservará para siempre
la bandera que sirvió lo suyo.
También te dejo la golondrina
de la primera bandada, que regresó, atrevida,
nuestra golondrina del bloqueo,
que vivía bajo un techo de dolor.
En tu hora solitaria la escucharás...
Y lleva conmigo todas las lágrimas,
y nuestras pérdidas,
golpes,
amenazas,
todas nuestras turbaciones
y atrevimientos,
nuestra difícil y gran maduración,
la canción de cuna que nunca se cantó
sobre nuestra hija,
canción concebida en la noche de guerra,
entre torbellinos de nieve;
sólo está conmigo y no es más alta ni más baja.
¡Adiós, mi generoso!
Tanto te amé...
Serás ahora más rico.
Así he dividido nuestra riqueza.



en "Poesía rusa del siglo XX", Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1970. Trad. de Manuel Rojas. En la imagen, Olga Bergholz y su marido, Boris Kornilov, 1929.
Nacida en Leningrado en 1910, Bergholz estudió filología y trabajó como periodista en esa misma ciudad. En 1938, en el transcurso de la Gran Purga, fue encarcelada durante siete meses con cargos falsos "en conexión con los enemigos del pueblo" y como participante en una conspiración contrarrevolucionaria. Como consecuencia de las palizas y los malos tratos recibidos su hija nació prematuramente y murió. Su marido fue fusilado. Por fin, en 1939 se la declaró inocente y fue rehabilitada. En 1940 se afilió al Partido Comunista. Amiga de Ana Ajmátova, durante el sitio de Leningrado realizó transmisiones radiales para reconfortar a los defensores de la ciudad, en la que murieron unos dos millones de personas. A la entrada del mausoleo en memoria de los caídos, grabada en granito, hay una frase suya: "Nadie es olvidado y nada es olvidado". Murió en Leningrado en 1975.

Gracias a Jonio Gonzáez
Publicado en su facebook




Y una canción de Marina Rossell



Cuánta Guerra!

¡Cuánta, cuánta, cuánta guerra!
¿Cada vez más crueldad
sobre el frescor de la hierba,
sobre el azul de la mar?
¡Cuánta, cuánta, cuánta guerra!
¿Dónde se esconde la paz?,
¡Tanto tiempo, sin tregua,
y sin poderse escapar!
Destino miserable,
el de los pobres,
¡Destino cruel,
destino cruel!
¡Cuánta, cuánta, cuánta guerra!
¿Quién os podrá rescatar
de otro tiempo que se lleva
la esperanza y la bondad?


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