martes, 27 de febrero de 2018

Hace 8 años


Facebook me recuerda uno de mis artículos de Diario de Pozuelo que ya no existe en la red. Recupero tres de los publicados en febrero de 2010. Que curioso es recordarse a sí mismo. 
ARCO y Almodóvar, las revistas La más bella y La lata, la digital En sentido figurado -dedicada a Mario Merlino-, Jaime Gil de Biedma, la muerte del joven Orson San Pedro... Y la primera novela de Cecilia Pérez-Mínguez, "No decía palabras". 

Obra de Rebecca Horn en ARCO 2010


Arte

Sí, es verdad que puedo decir que he crecido con ARCO y con las películas de Almodóvar.  A Almodóvar le sigo perdonando todo, si la última no me gusta, en el peor de los casos es como la cita con un amigo que no sale tan bien como esperabamos. Pero ARCO hace años que me aburre. Claro, que a ellos les dará igual. Este año ya me sentía tan poco interesado como en las grandes superficies comerciales, que frecuento poco porque al final todas las marcas de yogur me parecen la misma, y prácticamente lo son. ¿Por qué aquí no venden aquellos yogures tan cremosos que podía comprar en cualquier supermercado de Varsovia o Luxemburgo? Y si, en ARCO me encuentro a más gente que en el DIA o en Sánchez Romero (a ver si voy al Zielo un día de estos), y hablamos, y me alegro de ver a Yolanda Pérez Herreras, Pepe  Murciégo y el último número –una zapatilla- de LA MAS BELLA , a Manuela de LA LATA. O saludo a la encantadora Mary Leigh Cherry, a Gala Fernández, a Adrián Piera, a Gabriel Medinasidonia, uno de mis coleccionistas favoritos….


Y hay cosas: -Chiharu Shiota, Rebecca Horn, Ángel Marcos, García Alix… Y no me consuela que me aseguren que Art Basel es mucho más aburrido. En lo que por fin este año todo el mundo está de acuerdo es que la reina de las ferias tiene que cambiar. Así que asistiremos a su funeral o a su lifting.
Y cada vez hay mas cosas a su alrededor. Pero imaginación falta. Porque el jugoso pastel lo tienen bastante embalsamado. Yo he disfrutado más en la periferia: en la inauguración del estudio de Hermosilla, en la fiesta de Joselito Serrano-Suñer…
Los márgenes… ¡ay!, vivimos en una sociedad que destruye más cuando crea que cuando destruye.

 La más bella
La lata


Cenizas
Ya nunca podré comentar con Mario Merlino "El Cónsul de Sodoma", la película sobre Jaime Gil de Biedma, tan vínculado a Pozuelo por sus sobrinos. Que se lleve al cine una obra sobre un poeta contemporáneo es algo que nunca dejaremos de celebrar. Para recordar al poeta y amigo Merlino es muy recomendable el número especial de ensentidofigurado.com, con palabras de Puerto Gómez y Emilia Oliva, Clara Obligado, Carmen Posadas, Graciela Baquero, Marina Oroza, Almudena Mora, Federico Martín Nebrás, Antón Castro o Jesús Marchamalo.
La vida nos lleva, la muerte aparece como al joven Benja, que ya pasará  a la historia del arte como Orson San Pedro, creador de personajes varios en una performance permanente. Madrileño, turco, asturiano, sus trabajos pueden verse todavía en un huérfano face book, mientras Juan Gómez y Maite Centol preparan una retrospectiva de su trabajo. Morir a los 27 no es algo normal. Para el recuerdo morir en la cama de una amigo tras hablar de arte, de mucho arte.
Que la vida iba en serio nos recordaba Gil de Biedma, y siempre tengo nostalgia de su sobrino Carlos, compañero de banco en el colegio, tan soñador, rememorando las peleas de almohadas de plumas en su casa familiar de Segovia. Luego le añoro vendiendo absenta en las fiestas del pueblo en la antigua plaza de toros, los dos ajenos a la poesía o llenos de ella.
Y mientras escribo escucho la magnífica canción de Luz Casal, de su disco -¿siguen existiendo los discos?- "La Pasión". Se llama "Cenizas" y me fascina. En televisión me entero  que el famoso chotis, mi abuela Mercedes Rojas lo cantaba, "Madrid, pedazo de la España en que nací...", no es de Agustín Lara, sino de un músico exiliado en Mexico, Rafael Escalona. Y así se entiende mucho más. Y sigo recordando fotografías y cartas antiguas, amores que quedan en la memoria. ¿Necesitaría una mano para caminar sobre el hielo?.

Benja/ Orson San Pedro y Juan Gómez


 Jaime Gil de Biedma


Clara, Jesús Gironés y Leticia Gil de Biedma



Luz Casal, Cenizas. Pinchad aquí.



Sobre el deseo
El ensayo "El cuerpo a cuerpo con la madre" de Luce Irigaray ronda como un poema la novela de Cecila Pérez-Mínguez "No decía palabras" (Éride Ediciones). Una historia de muchas historias, de muchos hilos y cordones umbilicales, la historia de una pasión que lucha por encontrar su forma, del deseo que pregunta hasta la herida. ¿Se le puede partir el corazón a un niño?. ¿Qué buscamos cuando amamos, cuando protegemos?. La emoción es al final el discurso que nos arrastra, a mí hasta las lágrimas.
El deseo que da vida, que nos hace reencontrarnos y descubrirnos, reconciliarnos con nosotros mismos.
La novela explora los territorios de la fragilidad humana: la locura, el maltrato, las relaciones que nos destruyen, la maternidad, la orfandad, los sistemas de salud pública, los profesionales que tratan con los seres más desprotegidos: los neonatos, bebés que nacen antes de tiempo, niños que crecen en instituciones y tienen que abrirse camino difícilmente. Se nota que la autora -experta en el tema- sabe de lo que escribe. No recuerdo una novela en que los niños consigan tal protagonismo. Y todo para hablar de lo de siempre: de la vida y sus dificultades. Que muchas veces vivimos olvidando que a muchos intentar vivir les cuesta la vida.
Pocas primeras novelas la fuerza de la de Cecilia Pérez-Mínguez Casariego. La historia de Teresa Perri, una acomodada profesional, que descubre en Maravillas, una mujer que en apariencia nada tiene que ver con ella, algo que la atrapa e intriga. Una novela que indaga también en la inteligencia emocional como forma de análisis. Que nos hace ver que atender a nuestras emociones es un camino ineludible para que el deseo cambie una realidad que en ningún caso debe ser inamovible, porque la creamos -o deberiamos- entre todos.
Me gustan las novelas que hablan de la vida. Y ya me imagino una película sobre "No decía palabras" de la
mano de González-Sinde -si internet no acaba con ella-, Lucrecia Martel o Icíar Bollaín. Una historia que también nos habla que sin sueños nada es posible. 

 Cecilia Pérez.Mínguez






[Textos publicados en Diario de Pozuelo en febrero de 2010]