lunes, 7 de noviembre de 2016

W. H. Auden


Auden por Richard Avedon




W. H. Auden

MALDICIÓN

Fué un día negro aquel en el que Diesel
ideó la máquina siniestra
que te engendró, invento vil,
más dañino y criminal
que la cámara fotográfica, incluso.
Monstruosidad metálica
fardo y ruina de esta civilización nuestra,
enfermedad principal de la Nación.

¿Con que cinismo prohíbe la ley
el hachís, la heroína, y sin embargo
autoriza tu uso, tú que halagas
los más bajos instintos de los hombres?
Los drogadictos solo dañan
su propia vida. Tu envenenas
los pulmones de inocentes,
tu estruendo turba el sosiego,
y en las repletas carreteras la gente
muere a diario por las combinaciones del azar.

W. H. Auden
Gracias, niebla





 Con Chester Kallman

 Auden por Cecil Beaton



























miércoles, 2 de noviembre de 2016

Amado mío

Postal de la exposición de Antonia Valeroen El Foro



Amado mío


No me daba tiempo a comprar tabaco, pero no me importó, porque además no tenía dinero y seguro que en la inauguración de Antonia Valero en El Foro conseguía algún cigarrillo. Llegué con la lengua fuera, y pensé que en mi abstinencia me había equivocado y entraba en una iglesia antigua. Recordé la película de Olmi, La leyenda del santo bebedor, y me vi como un fumador, de buen corazón a pesar de todo, sufriendo alucinaciones… Pero no, aunque cirios y velas se derretían al ritmo de Pink Martini.
Antonia Valero ha unido dos mundos que pueden parecer contradictorios, pero que dialogan en su exposición. Un lado barroco que refleja la imaginería católica: la cruz, iconos, cojines de terciopelo, una Biblia en su atril, exvotos en cera y cerámica: mano, brazo, corazón, pierna, estómago, lengua, labios, ojos… Por otro su obra mística, inspirada en San Juan y Santa Teresa, en que el lugar de la pintura lo ocupan telas industriales que juegan con la luz y sus reflejos.
En Amado mío, Antonia Valero no deja de hacer una reflexión sobre el dolor y la plegaria, sobre el amor y el arte. La ironía es sutil, como la lycra que utiliza en alguno de sus sensuales cuadros, mientras afloran sensaciones.
Enhebrar ideas vertiginosamente, como letanías de un rosario imaginario, de imágenes que nacen, crecen y se transforman. Un cóctel en el que también caben quirófanos, anestesias, hospitales, videos, Carmen Pallarés, José María Parreño, Juan Carlos Rubio, Antonio Zarco, paseos por la playa. Un poco como Gilda bebiendo un ron reserva de siete años mientras acaricia un rosario y no sabemos si reza o repasa conquistas, sueños y labores. Y no sabemos si en la próxima imagen en lugar de Rita Hayworth van a ser las hermanas Gilda, con el corrosivo humor de Vázquez.
Antonia Valero recupera parte de su pasado, y no faltan unos guantes, blancos, de cabritilla. No sé si sus plegarias han sido atendidas, ni en qué medida. Pero me la imagino perfectamente bailando un bolero con Truman Capote, mientras, intensa, le va contando historias.
Artículo publicado en Diario de Pozuelo, octubre 2009
Antonia Valero y Gabriel Medinasidonia



La Biblia. Al acercarse sonaba Amado mío [pinchar] de Pink Martini


Almudena Mora y Antonia Valero


Jesús Gironés y Belén Forilays



Reverso de la postal de Amado mío