Cómo fue que perdí el éxodo de Egipto
Cuando llegó la medianoche comprendí
que había perdido el éxodo por unos cuarenta minutos.
Estaba terminando de empacar la valija roja
pero en ese momento recordé que no había puesto las gorras
para toda la familia y que nos esperaba una errancia de cuarenta años
bajo el sol rajante del desierto. Entonces cargué la escalera
desde el patio hasta el depósito y allí estaban,
entre la ropa de verano, bien embaladas, todas las gorras.
Hasta que logré desatar los paquetes de ropa,
pude tomar algún traguito de agua
para recomponer mi pobre alma exhausta
por los preparativos del viaje;
hasta que alcancé a sentarme un minutito en un rincón
del depósito —mordí una manzana y me desvanecí.
Desperté de pronto, sobresaltada.
¿Cómo es posible que me haya dormido por una manzana?
¿Cómo fue que me engañó la serpiente?
¿Cómo puedo ser tan tonta todavía,
no comprender la magnitud de la hora,
la señal otorgada,
el destino del pueblo?
¿Cómo es que no llego a entender
qué significan "pueblo" o "destino",
cuál es la implicancia de "cambiar el porvenir"?
Hasta que logré salir del pantano y llegar a las corridas...
A duras penas podía arrastrarme
con la valija roja y todo el contenido
—metí una bota con agua y las gorras de la familia entera—
y hasta que llegué a la orilla del Mar Rojo
toda mi familia, todo el pueblo, toda la tribu,
todo el barrio, aquellos que escaparon
del pantanoso horno de arena,
todos —incluso esa fulana, cómo era su nombre,
se me corta el apetito sólo de imaginar la travesía junto a ella—
se veían todos tan lejanos,
como cabecitas de alfiler al fondo de un valle,
en el espacio abierto entre ellos y las olas gigantescas,
cuando cesó el maremoto y en él los carros del faraón,
los jinetes, sus cabalgaduras
y todo el torbellino del ejército egipcio.
No pude ya arrojarme a las aguas porque no sé nadar
y aún está fresco en mí el trauma de aquella vez
que me ahogué en el Nilo y me salvó una cocodrila;
comprendí que no tenía ya la menor de las chances
de alcanzar a mi gente
allí, en la contraria orilla de ese mar.
No había ninguna probabilidad de que lo lograra:
una mujer sencilla y sola, con una valija.
Ninguna posibilidad de experimentar esos desastres monumentales
que entretanto crecieron hasta ser copiosos tsunamis.
Imposible. No podía alzar la voz y gritarles: "¡Eh, espérenme!"
Mi voz reverberaba en mi cabeza,
golpeaba mis sienes y seguramente nadie la oiría.
Me detuve en mi sitio, la sorprendida boca abierta,
como una estatua de sal, con un grito congelado
en la distancia de años y años.
Me perdí el gran éxodo y la gloria.
No atravesé el mar ni las penurias.
Ni siquiera me mojó el agua.
Así fue como nunca salí de Egipto.
Qué es
Qué
es estar deprimido a los 20
comparado con ducharse a los 90
Qué significa irse a la cama con una mujer a los 21
frente a levantarse de la cama sin una mujer a los 81
Cuánto vale leer poesía a los 16
en comparación con atarse los cordones a los 89,
cuánto escribir poesía a los 39
al lado de poder desnudarse a los 93
Cómo califico el emborracharse a los 30
en contraste con poder beber un vaso de agua sin derramarlo a los 90
De qué vale completar un doctorado en lingüística a los 29
en contraste con recibir un papelito del oficinista idiota a los 74
Qué valor tiene el escalar el Himalaya a los 26
medido contra el poder subir a un autobús a los 86
Cuánto importa dirigir una asamblea a los 55
si lo comparo con digerir normalmente a los 83
De qué sirve escuchar música clásica a los 32
si se equipara con oír que golpean a la puerta a los 82
Qué mérito tiene levitar meditando a los 37
en tanto logremos permanecer de pie en la bañera a los 97
Qué es escribir esto, sentado, a los 40
comparado con leerlo, acostado, a los 90
y luego intentar
pararse.
Rachel Halfi
Traducción: Gerardo Lewin
Rachel Halfi nació en Tel Aviv, donde vive y trabaja actualmente. Su tío fue el poeta y actor Abraham Halfi. Tiene un máster en Literatura Inglesa de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y estudios posteriores de teatro en la Universidad de California y en el Conservatorio AFI de Hollywood. Trabajó como periodista y cineasta independiente. Da clases en la Universidad de Tel Aviv. Ha filmado documentales y películas experimentales. Ha escrito, además, obras de teatro por las que obtuvo premios en Israel y el exterior.
Publicó su primer poemario, Submarino y otros poemas, en 1975. Desde entonces ha publicado otras siete colecciones de poesía. Ha recibido los premios Primer Ministro, el Premio Ashman y el Premio Bialik de literatura.