martes, 29 de noviembre de 2022

AMALIA AVIA: TODA LA TRISTEZA DE LA POSGUERRA


 

AMALIA AVIA: TODA LA TRISTEZA DE LA POSGUERRA.

Ayer tuve un día pletórico, exultante. Comí con Maite, Mateo y Fernando en un restaurante que no conocíamos y nos encantó. Buena comida y el personal simpático y atento. Luego Maite me acompañó a ver la exposición de Amalia Avia -El Japón en Los Ángeles-, que tenía muchas ganas desde que la inauguraron. Al salir, me animé a ir hasta La Mallorquina, comprarme un merengue y seguir por Mayor hasta la plaza del Comandante de las Morenas, y vuelta a casa. Para colmo con un conductor encantador.
AL ENTRAR en Alcalá 31, la obra de Amalia nos asombró.
Cuánta tristeza. Nos inundó una sensación de opresión. Hasta ese momento su obra me había conmovido por lo que yo interpretaba como una mirada al pasado perdido. Al ver su obra esta vez sentimos toda la grisura del franquismo. Toda la tristeza de la posguerra.
Apenas algunos cuadros de interiores en los que se disfrutaba la vida, o la naturaleza -flores frutas- que eran un contrapunto al ambiente general. Y esas personas que parecían zombies, desdibujados. Almas, fantasmas en la ausencia de libertad.
La España negra en la pintura de Amalia Avia. Me vino a la cabeza Gutiérrez-Solana.
Una exposición fascinante. Volveré.
Acabo de leer sus memorias "De puertas adentro", y he seleccionado página y media en que cuenta lo que significó para ella la posguerra. Y su profunda tristeza.
Lo dijo Adorno:
"Para poder subsistir en medio de una realidad extremadamente tenebrosa, las obras de arte que no quieran venderse a sí mismas como fáciles consuelos, tienen que igualarse a esa realidad. Arte radical es hoy lo mismo que arte tenebroso".


[Publicado en facebook el 23 de noviembre de 2022]





































La España negra: Amalia Avia y José Gutiérrez-Solana









Espacios en paz














[Todas las fotografias de obras no pertenecen a la exposición de Amalia Avia]




lunes, 21 de noviembre de 2022

Maribel Pena/ Dumbría

 














Maribel Pena, también Maribel, Maribel Dumbría o Dumbría  (Pontevedra, 3 de febrero de 1942- Guadarrama, 15 de noviembre de 2022).










jueves, 17 de noviembre de 2022

Román Reyes/ Fragmentos



 "Dialogar con el pasado es releer las fuentes de tus pasiones. Releer las fuentes del deseo es pensar un relato (posible) de tus contradicciones. Verdad es sólo la relectura del tiempo del relato jamás escrito. Releyendo las huellas que el lenguaje señala, cada vez que relees las fuentes de tus sueños".





Y TU CUERPO SE HIZO MIRADA.-
(A través del cuerpo de mi mirada, que tú mirabas, descubrí que el mundo ya era luz)
No ha cuerpos. Sólo pasión de cuerpos. Seducción. Frente a frente. Intensidad de flujo. De miradas frente a frente. Sólo hay mensaje. Sólo hay historia. E historias, que el rostro no siempre oculta. Si es actual. La pasión es pasión por el cuerpo. Por el propio cuerpo. Y por el cuerpo apasionado del cuerpo del deseo. Un cuerpo sin rostro es presunción de cosa. Sin alma presumible. Sin expresión. Torpe. No hay cuerpos. Ni mundo. Sólo tránsito de miradas.
Miro el mundo a través de la mirada de tu cuerpo. Que mira el mundo a través de la mirada de mi cuerpo. El mundo es entonces misterio para ambos. Y revelación. Objeto de la pasión. Cosa apasionada de pasión. Pasión y cosa reflexiva.






Lluvia a raudales, que reconduce mi ya débil voluntad de infractor. Para que sea aún más débil, si cabe. Debilidad resistente. De nómada, hace tiempo descatalogado. Yo soy raya, principio y fin de rayas. Mar de rayas. Memoria rayada. Cosa rayada. A pesar del lienzo y de la tinta. A pesar de la pluma que atrapa mi mano.


Mi banco. En el 
Centro Studi Pier Paolo Pasolini Casarsa della Delizia




RAYAS.-
Atrapado en mi secular agrafía algo me es indiferente. Y es diferente que la mano se deje seducir por la tinta. Me gusta verla seducida. Emocionalmente entregada. Torpe mano sonriente. Proyecta sombras, que no son duplicado de mi cuerpo. Ella lo sabe. Tampoco son sombras de mano ocasional, que atrapa pluma díscola. Díscola y provocadora, como mi mano. Color díscolo sobre lienzo blanco, aún virgen. Color soñado. Color de tinta huidiza, libre. Discursiva. Mi mano, otras veces cómplice de mis locuras, es ahora cómplice de objetos y cosas sobre los que mi mirada se proyecta. Desde cualquier oculta posición. Simulada posición.
El lienzo invierte el sentido de mi mirada. Y el lienzo tintado juega con mi mirada. Y las posiciones invertidas de mi lienzo. Simulando respetar mi mano, juega. Mi mano sabe que en mi mente siempre hay rayas, torbellinos de rayas, amasijos de rayas. Amasijos y torbellinos que me obligan a proyectar algo. A expulsar lo que no es grito. Porque siempre se proyectan dobles, el doble de esas rayas. mi propio doble, soy esclavo de la representación, representada con grafos. Y a representarme, tintado. Rayas parturientas. Sin que mi responsabilidad desaparezca así, o se atenúe.
Representándome tintado, cual tormenta de agosto, los trazos me increpan. Desde esa mano, cómplice de lienzos, que son sólo fantasmas ninfómanos. Pero no perversos fantasmas. Mano cómplice de tinta, precozmente derramada. Trazos de rayas abortadas. Cual tormenta de agosto. Lluvia a raudales, que reconduce mi ya débil voluntad de infractor. Para que sea aún más débil, si cabe. Debilidad resistente. De nómada, hace tiempo descatalogado. Yo soy raya, principio y fin de rayas. Mar de rayas. Memoria rayada. Cosa rayada. A pesar del lienzo y de la tinta. A pesar de la pluma que atrapa mi mano.
Atrapado en mi secular agrafía tampoco mi mano grita. Atrapado en gritos soñados la letra no es siquiera letra burguesa. Ni tecnologías de la memoria, sólo recuerdos de comunicación caída. A radales, tal vez. La comunicación y acaso el recuerdo. La ruina de la memoria. Lengua extranjera en propio desierto, que ni siquiera los nómadas hablan. Rayas, pretendidamente de ternura.
Ser ágrafo, en tiempos de penuria, no es debilidad. Ni impotencia. Es una forma de lenguaje. De denuncia.