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jueves, 17 de noviembre de 2022

Román Reyes/ Fragmentos



 "Dialogar con el pasado es releer las fuentes de tus pasiones. Releer las fuentes del deseo es pensar un relato (posible) de tus contradicciones. Verdad es sólo la relectura del tiempo del relato jamás escrito. Releyendo las huellas que el lenguaje señala, cada vez que relees las fuentes de tus sueños".





Y TU CUERPO SE HIZO MIRADA.-
(A través del cuerpo de mi mirada, que tú mirabas, descubrí que el mundo ya era luz)
No ha cuerpos. Sólo pasión de cuerpos. Seducción. Frente a frente. Intensidad de flujo. De miradas frente a frente. Sólo hay mensaje. Sólo hay historia. E historias, que el rostro no siempre oculta. Si es actual. La pasión es pasión por el cuerpo. Por el propio cuerpo. Y por el cuerpo apasionado del cuerpo del deseo. Un cuerpo sin rostro es presunción de cosa. Sin alma presumible. Sin expresión. Torpe. No hay cuerpos. Ni mundo. Sólo tránsito de miradas.
Miro el mundo a través de la mirada de tu cuerpo. Que mira el mundo a través de la mirada de mi cuerpo. El mundo es entonces misterio para ambos. Y revelación. Objeto de la pasión. Cosa apasionada de pasión. Pasión y cosa reflexiva.






Lluvia a raudales, que reconduce mi ya débil voluntad de infractor. Para que sea aún más débil, si cabe. Debilidad resistente. De nómada, hace tiempo descatalogado. Yo soy raya, principio y fin de rayas. Mar de rayas. Memoria rayada. Cosa rayada. A pesar del lienzo y de la tinta. A pesar de la pluma que atrapa mi mano.


Mi banco. En el 
Centro Studi Pier Paolo Pasolini Casarsa della Delizia




RAYAS.-
Atrapado en mi secular agrafía algo me es indiferente. Y es diferente que la mano se deje seducir por la tinta. Me gusta verla seducida. Emocionalmente entregada. Torpe mano sonriente. Proyecta sombras, que no son duplicado de mi cuerpo. Ella lo sabe. Tampoco son sombras de mano ocasional, que atrapa pluma díscola. Díscola y provocadora, como mi mano. Color díscolo sobre lienzo blanco, aún virgen. Color soñado. Color de tinta huidiza, libre. Discursiva. Mi mano, otras veces cómplice de mis locuras, es ahora cómplice de objetos y cosas sobre los que mi mirada se proyecta. Desde cualquier oculta posición. Simulada posición.
El lienzo invierte el sentido de mi mirada. Y el lienzo tintado juega con mi mirada. Y las posiciones invertidas de mi lienzo. Simulando respetar mi mano, juega. Mi mano sabe que en mi mente siempre hay rayas, torbellinos de rayas, amasijos de rayas. Amasijos y torbellinos que me obligan a proyectar algo. A expulsar lo que no es grito. Porque siempre se proyectan dobles, el doble de esas rayas. mi propio doble, soy esclavo de la representación, representada con grafos. Y a representarme, tintado. Rayas parturientas. Sin que mi responsabilidad desaparezca así, o se atenúe.
Representándome tintado, cual tormenta de agosto, los trazos me increpan. Desde esa mano, cómplice de lienzos, que son sólo fantasmas ninfómanos. Pero no perversos fantasmas. Mano cómplice de tinta, precozmente derramada. Trazos de rayas abortadas. Cual tormenta de agosto. Lluvia a raudales, que reconduce mi ya débil voluntad de infractor. Para que sea aún más débil, si cabe. Debilidad resistente. De nómada, hace tiempo descatalogado. Yo soy raya, principio y fin de rayas. Mar de rayas. Memoria rayada. Cosa rayada. A pesar del lienzo y de la tinta. A pesar de la pluma que atrapa mi mano.
Atrapado en mi secular agrafía tampoco mi mano grita. Atrapado en gritos soñados la letra no es siquiera letra burguesa. Ni tecnologías de la memoria, sólo recuerdos de comunicación caída. A radales, tal vez. La comunicación y acaso el recuerdo. La ruina de la memoria. Lengua extranjera en propio desierto, que ni siquiera los nómadas hablan. Rayas, pretendidamente de ternura.
Ser ágrafo, en tiempos de penuria, no es debilidad. Ni impotencia. Es una forma de lenguaje. De denuncia.









martes, 24 de enero de 2017

El Evangelio según Guillermo Martín Bermejo

Autorretrato. Guillermo Martín Bermejo.


El Evangelio según San Juan, una exposición de dibujos de Guillermo Martín Bermejo



Ni siquiera entramos en una capilla laica.
Y podría serlo, laica, y mística. Perdida en algún bosque o en los recovecos de una ciudad antigua.
Hay que entrar con devoción.
Porque lo que vemos nunca volverá a estar junto. O será muy difícil.
Pronto serán fragmentos como reliquias repartidas…

Apóstoles de nuestro tiempo, efebos acrónicos, jóvenes en el limite del sueño.
Cuando conocí a Guillermo Martín Bermejo, él era uno de ellos, entre asombrado y aterrado ante el mandato imperativo: crecer en contra de si mismo. ¿Aprender era morir?
El dibujo fue su conjuro, el que le hizo ensimismarse en un ritual de pureza y búsqueda de belleza. Un ritual de paso que no abandonó sin sangre y sin erecciones, como atestigua una de las obras que estuvo a punto de destruir, tan unida estaba al insoportable dolor de la vida, al sacrificio.

De alguna manera su labor ha tenido siempre un carácter profundamente religioso, encarnado en el cuerpo, oración a oración, crucificado a crucificado, latigazo a latigazo, lágrima a lágrima. Y pienso en Mapplethorpe o Pasolini, estéticas aparte. Es el alma que se encarna en el cuerpo, tras una complicada labor de siglos, de encajes enrevesados y maravillosos, encarnada -insisto- a sangre y fuego, pero también entrelazada con mucho amor. El alma, no nos engañemos, ha entrado en nosotros mas por el milagro del bordado que el de la espada.

El misticismo y el catolicismo, la Escuela de Salamanca y la contrarreforma: el refugio en Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Caminos de ida y vuelta en los que refugiarse, cárceles de amor y -no lo olvidemos- celdas de condena.

Su evangelio quizá no sea sino el de Juan Ramón Jiménez. Quizá también podría haberse llamado esta bella exposición El Evangelio según Juan Ramón Jiménez, esa alta belleza en que Guillermo busca refugio último. Esa inmensa minoría. Juan Ramón y Zenobia, tanto por saber de los misterios de un matrimonio atrapado en el goce de las ninfas. Confidencias que se pierden, que se cuentan, memoria siempre frágil, a punto de evaporarse. No en vano Guillermo elige un poema de Juan Ramón también:

No eres mi redentor, ni mi ejemplo,
ni mi padre, ni mi hijo, ni mi hermano;
eres igual y uno, eres distinto y todo;
eres dios de lo hermoso conseguido,
conciencia mía de lo hermoso.”



Ya nada tengo que purgar.
Toda mi impedimenta
no es sino fundación para este hoy
en que, al fin, te deseo;”



La trasparencia, dios, la trasparencia

2




El amor ilumina sus rostros. No existirían sin la profundidad de la sincera mirada de Guillermo, sin el deslumbramiento ante el que no cabe trampa ni hipocresía. Ha conseguido pintar rostros transparentes. El acto de dibujar lo es de descubrir y descubrirse. Y lo dice: “La mirada ya no está en las estrellas, sino en nuestro corazón”.

La poética de San Juan atrapa al artista para hablar de su desconcierto, que siempre 
-milagrosamente- se puede permitir en el dibujo. Nosotros envejecemos, el tiempo lo devora todo inmisericorde, pero el verdadero pacto con el diablo es la obra. Dorian Gray no son sino los dibujos de Guillermo. No hay que esconder nuestro retrato en lo más oscuro del payo. No hay temor a mirarse en el espejo: hay que mirar los dibujos.

Los bellos dibujos de Guillermo son vida, un pálpito rescatado, recreado. Un joven, y todos. Siempre en el borde. En tránsito. A punto de crecer. Ya no hay nada que purgar: el artista a solas con su deseo.


Jesús Gironés
25 de enero de 2017








 1.

El discípulo amado I, 2016

“Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo preferido, dijo a su madre:

-Mujer, ahí tienes a tu hijo.” (Juan 19, 26)


 2.

El discípulo amado II, 2016

“Jesús le dijo:

-Si yo quiero que este se quede hasta que yo venga, a ti ¿qué? Tú sígueme.”
(Juan 21, 22)


 3.

El discípulo amado III, 2016

“Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó:

-Señor, ¿quién es?”
(Juan 13, 25)


4.
El Discípulo amado IV, 2016
“Este es el discípulo que da el testimonio de estas cosas, y el que las ha escrito”
(Juan 21, 24)


7.
Pedro, 2016
“-Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?
Pedro le contestó:
-Sí, señor, tú sabes que te quiero.” (Juan 21, 15)

8.
Libro de los signos. Sexto signo: Jesús da la vista a un ciego de nacimiento, 2016

10.

Judas Iscariote, 2016

“Judas tomó el bocado y salió en seguida. Era de noche” (Juan 13, 30)
9.
Libro de los signos. Séptimo signo: victoria sobre la muerte (Lázaro), 2016


5.
Juan el Bautista, 2016 “No era él la luz, sino testigo de la luz” (Juan 1, 8)
11.
El Descendimiento de la cruz, 2016
12.
Noli me tangere, 2016

Los dibujos: Lápiz sobre papel de finales del siglo XIX.



El artista y su muso: Guillermo y Samuel/San Juan

viernes, 29 de julio de 2016

David Trullo: un ritual.






David Trullo: un ritual




Corta fue la hermosa vida.
Pero que poderosos los perfumes

Kavafis
En la tarde, 1917
Versión José María Álvarez




Era julio, 2016. Hacía calor. Más que andar me arrastraba. Era un verano en que sueños y deseos se calcinaban.
Y entré.
Vi las fotografías. Viejos y jóvenes conocidos. Sopesaba, disfrutaba. En mi memoria la frescura de algunas fotografías que fueron rescatadas, coleccionadas.
Y vi aquello.
Si, aquello.
El espacio se transformó.
Ya no estaba en una sala de exposiciones, sino en la cripta de una iglesia.
Un regreso a las catacumbas, a los cultos de la infancia.
Era un pequeño altar. Me acerqué emocionado, recuperando la dicha pérdida.
Apenas fotografías y un secreter.  Trozos de vida.
Aquella imagen de un joven oferente que David Trullo mostró en su primera exposición en El Foro de Pozuelo, esa sala que ya casi me parece mas sueño y memoria que realidad.
Allí estaba aquel muchacho oferente, y otras ofrendas. Los dioses, los deseos de juventud, sus juegos, sus leyes. Sus provocaciones.
Y estaba el álbum de fotos: del XIX. Encontrado, imagino. O quizá perteneció a su bisabuelo pintor. Con sus bordes dorados para enmarcar cada fotografía, sus formas...
Y el álbum era un juego del artista, pura belleza, historia...
Esos efebos tardíos aparecían en un álbum recuperado de su tiempo, de su pérdida. Y ellos,  los modelos, eran pervertidos -técnicas de revelado, de copiado, de fragmentación, tan caras a David Trullo-, para llenar de vida, llenarse de vida, en un álbum que en principio estaba destinado a la desaparición, a la destrucción.
La fotografía, la pintura, la poesía y su lucha contra el tiempo. Aunque el precio sea difuminar las barreras, marcar otras nuevas:

pero ese camino también es largo
como el de las generaciones, 
y se refleja en algunos rostros
como los padres en los hijos.
Escribo poesía,
escribo poesía
porque he salvado así
la vida de mis hijos.

María Antonia Ortega.
El emparrado.

Sabemos que es imposible atesorar el presente, but...
El cristianismo nos enseñó el arte de lo imposible.


2

Y ahí, David Trullo empeñado en  lo imposible. Recuerdo su “CHRISTO MEETS APOLLO”.
Pero no,  fueron los cristianos los que crucificaron a Apolo.
La obra de David Trullo se mueve en ese oleaje, en ese vaivén, entre el cristianismo y el paganismo. Tan español, venía a decir Emilio Sanz de Soto, señalando también la ironía, el toque surreal...
Invoco a Emilio. Como hubiese disfrutado de una instalación que era pura delicia.
Y a Mario Merlino, que da título a este inconstante blog:

retazos así
que de retazos es la historia que nos cabe
como gotas de sangre en un álbum ya sin fotos
perdido en el trastero
de una casa
al borde
del derrumbe

Mario Merlino
Arte cisoria



Pero David  rescata el álbum -es cierto, la casa quizá se ha derrumbado, o la han derrumbado, dependerá del lugar y la especulación-.
David rescata el álbum, y sus gotas de sangre son fotografías de un tiempo vivido, al menos en el esplendor del fotógrafo y su modelo.
Dejadme que os cuente una historia, dice el artista, dejadme que os cuente la historia de mi vida, de nuestra vida.
¿Quién quiere mirar al pasado?
Quién quiere detenerse ante un altar. Como corderos salvados del puñal, como el hijo salvado del puñal... Como los cuerpos salvados del tiempo, en el pacto, en el rito.
Muertos y tan vivos.
David Trullo, fiel a sus obsesiones, pintando siempre el mismo cuadro (Vaquero Turcios dixit).
Haciendo siempre la misma foto, ese instante, esa lucha. Y hay tanto ruido. Y el ruido del éxito distrae tanto.
Pero David se detiene, y escucha su propio rumor. Se tapa los oídos. Huir de las sirenas. Otra vez se regocijará con ellas, si acaso.

Tiempos descreídos.
De vírgenes suicidas.
Hay que elevar altares al dios que nos ha abandonado.
Hay que levantar el cuchillo sobre nosotros mismos, esperando que el ángel aparezca.
Y  nos detenga.

Pero no, no aparecerá.
Hay que recrearse y elevar el altar en esa soledad.
Aunque el ángel no venga.
Es nuestra soledad, y los creadores se inmolan.
Así veo a David Trullo, inmolándose.
Es tanta la belleza.
But...

Al borde del abismo, la verdad.
Y en la vorágine, miles de personas pasarán al lado y no entrarán.
Y quizá solo una...
Que quedara arrebatada.
Y fuese la que el artista necesita.
El milagro.

Ya sabía Kavafis lo que el viaje significaba.
Que nuestra ofrenda sea al poeta, a la poesía.
Cuánta belleza, David Trullo tu “fin de siglo”.
Que quizá ya nunca podamos volver a ver.




Epílogo


Pienso en David y su trabajo y recuerdo a Godard y su consejo para crecer en la creación. Él lo llamaba “la continuidad en la ruptura”.
Exquisito conocedor, atento a sus mitos, el artista hace su camino, insobornablemente solitario.

Y David Trullo en ‘Findesiglo’ (1990-1999), se permite hacer una mini antológica de su vida de artista, su biografía del siglo pasado…




Jesús Gironés
Pozuelo de Alarcón, julio 2016














David Trullo
‘Findesiglo’ (1990-1999)
Instalación fotográfica
Medidas variables
2016

Un proyecto para "Desnudados" de Alexis W.




martes, 17 de marzo de 2015

El cuerpo del desnudo. Sobre las fotografías de Rubén García.

El cuerpo del desnudo


“¿Qué relación existió entre la institucionalización de la prostitución en Occidente y la imposición del matrimonio monogámico indisoluble? ¿Qué complejos lazos se tejieron entre la institucionalización del matrimonio monogámico indisoluble, la institucionalización de la prostitución y las relaciones de dominación existentes entre las `clases sociales´? ¿Favoreció la institucionalización de la prostitución en Occidente la estigmatización de determinadas conductas sexuales?”.


“De hecho, la práctica totalidad de las mujeres de las clases populares más humildes, que no se sometieron a las reglas de normalización, se vieron codificadas como mujeres comunes, mujeres públicas. De ese modo se naturalizó la relación entre prostitución y pobreza”.


                                                          La prostitución, el oficio más moderno, en
                                                          Nacimiento de la mujer burguesa,
                                                          Julia Varela

Las fotografías de Rubén García destilan autenticidad, verdad. Son un manifiesto en sí mismo. Un trozo de vida, esa que normalmente permanece oculta en los márgenes. Él convierte en protagonistas a sus personajes -no, no son personajes, son personas desnudas- que hacen un inusual trato con la cámara. Posan con la dignidad de los que han perdido casi todo. Hoy que ya casi nada nos conmueve, aquí están estás mujeres en carne viva, en herida viva. Podrían ser campesinas, cajeras del DIA, dependientas, asistentas, operarias de fábrica, teleoperadoras. Podrían serlo, y algunas lo son: mujeres maltratadas, enamoradas, madres. Muchas, mujeres de la calle.
Rubén además ha realizado unas entrevistas, con preguntas breves, concisas, asépticas, que aportan datos demoledores: cómo de un salario de 3.000 euros mensuales, el 90 por ciento es gastado en cocaína (base de coca). En ellas se habla también de solidaridad, como una prostituta que  vive en su piso con una gran biblioteca, porque le encanta leer, ayuda a sus compañeras que viven en la calle lavándolas la ropa o dándoles preservativos. O declaraciones como: “La gente piensa que prostituirse es una forma fácil de ganar dinero, pero no es así. Es muy difícil tener sexo con una persona que no he elegido y que no es de mi agrado. A veces paso mucho miedo”.


David Trullo me comentó que cuando vió las fotografías de Rubén García en Entrefotos pensó en adanes y evas...  Adán y Eva, de Cranach, por ejemplo. Una apreciación que me sugiere el clasicismo de estos retratos, su conexión con el paradigma clásico y por eso su ruptura con muchas de las corrientes en que hoy se mueve la fotografía. Rubén vuelve a los orígenes de la pintura y de la fotografía para encontrar su fuerza, con esa capacidad de volver a ver, de recuperar la mirada para contar lo que ve. Sus prostitutas pueden verse como evas,  venus o vírgenes que cuentan su verdad. Su dignidad viene de ese misterioso contrato con la cámara que las convierte en mujeres que arrastran todos los desequilibrios y tensiones del hecho de ser mujer. Carne de hoguera inquisitorial, hoy son las abandonadas de nuestra brillante sociedad, las que no existen. Pero son reales, tan reales y condenadas a no existir si no fuera por la mirada del fotógrafo, que de la nada, les da  una vida majestuosa: la de la herida abierta, la de los sujetos frágiles, la de los sueños rotos del capitalismo.


No puedo evitar pensar en esa magnífica serie de televisión -The wire- que camina sobre los bajos y altos fondos de la sociedad americana, en la mejor tradición de la novela negra, que se ve con la ansiedad con que un fumador compulsivo enciende un cigarrillo tras otro, pensando que el siguiente acabara con su ansiedad. En The wire, cada capítulo lleva a otro que en lugar de dar respuestas, plantea nuevas preguntas, o te lleva a estrellarte con la imposibilidad de resolver los casos. Una danza frenética entre los que quieren encontrar la verdad, y los que quieren que permanezca oculta. Senadores corruptos que se alimentan del dinero de la droga y la corrupción, policías más pendientes de las estadísticas que de solucionar casos, políticos atados a financiaciones que no les permiten actuar, sindicalistas portuarios que se comportan como mafiosos y con mafiosos tratan para intentar sobrevivir en un mundo que aniquila los antiguos derechos laborales; educadores que manejan como pueden un sistema educativo despojado de medios, y que no sirve para apartar a los alumnos de la escuela de la delincuencia. Un retrato de la dura vida de Baltimore que es un espejo de sitios demasiado cercanos, de un modo de actuar que se ha convertido en universal.


Y en la historia de la obra de Rubén García, no hay que olvidar que la línea fundamental de su trabajo es el desnudo. Y elegir el desnudo como él hace no es una cuestión baladí. No lo es hoy, quizá más el masculino -todavía más relacionado con la fuerza del movimiento gay que con los procesos del feminismo.. Escándalos más o menos recientes en la publicidad del metro de Londres -El origen del mundo, de Courbet-, los escándalos ya de fotografías de hombres desnudos en la publicidad urbana en Suiza, o en París o los últimos en un microcosmos que conozco bien: El Foro de Pozuelo con la exposición de Ismael DeLarge., nos hacen preguntarnos qué fuerza tiene el desnudo hoy que todavía provoca violentos volcanes, exabruptos morales, represiones varias... Ya no recuerdo que autoridad franquista  prohibió la exhibición de una reproducción.de  La maja desnuda en un escaparate. O como los desnudos de la Capilla Sixtina estuvieron a punto de desaparecer. La contrarreforma económica actual encuentra también camino en las viejas luchas del cuerpo desnudo como espacio de libertad.


Para Rubén la elección del desnudo es una cuestión moral y emocional. Parte de la tradición, y en ella encuentra su camino. La belleza del cuerpo en un paisaje a veces “donde únicamente prima el temor, la desesperación y el desaliento”.Una obra, que en sus propias palabras busca “la inmensidad, la belleza y el misterio...”, preocupado también por “un tema tan enigmático y misterioso como lo es la creencia y la fe en la religión cristiana”.



2.


¿De dónde viene la prostitución, entendida la pregunta como “causas estructurales” de la misma? En primer lugar, habremos de tener presente que, siguiendo los análisis de Gail Pheterson, la prostitución es una de las cuatro instituciones clave que regulan las relaciones entre los hombres y las mujeres, junto con la heterosexualidad obligatoria, el matrimonio y la reproducción.

Raquel Osborne
En primera persona: las prostitutas, el nuevo sujeto de la prostitución
En: “Unidad y diversidad. Un debate sobre la identidad de género. Materiales para reflexión”. Secretaría de la Mujer de la Federación de Enseñanza de CCOO (2000)


La criminalización de la industria del sexo es una estrategia política que cumple una importante doble función. Por una parte, el Estado y las Administraciones públicas amplían el ámbito de intervención y control sobre los ciudadanos, dirigiendo conductas y conduciendo sexualidades. Por otra, sirve de sucedáneo de una peligrosa y más directa criminalización del fenómeno migratorio, lo que encontraría serias resistencias por parte de algunos sectores sociales, por lo que funciona como estrategia y contribuye de igual forma a poner freno ante la llegada "masiva" de inmigrantes. En este contexto de nuestra posmodernidad, la victimización de las trabajadoras sexuales, lejos de redimirlas, beneficia fundamentalmente a una industria del rescate cada vez más boyante.


José López Riopedre
La criminalización de la industria del sexo, una apuesta políticamente correcta,
Gazeta de Antropología, 2011




Decía Pasolini, a propósito de Saló: “Hoy el sexo es la satisfacción de una obligación social, no un placer contra las obligaciones sociales”. He pensado también en Pasolini al ver las fotografías de Rubén García. En El evangelio según Mateo, en la Trilogía de la vida, con actores no profesionales. En un Pasolini post Pasolini, con la derrota de su sueño por cambiar la sociedad, contra la que se rebeló con gran brillantez. Las mujeres de Rubén podrían ser actrices del director. Detrás del trabajo de Rubén hay un interés profundo por las personas que retrata. Un deseo de conocer en su esencia. Eso se transmite. Frente a otras fotografías de prostitutas o prostitutos, normalmente anglosajonas -como las muy interesantes de Philip-Lorca diCorcia-, las suyas dan un giro, añaden una esencia, un compromiso. Lo consigue para sus modelos, que aunque posen en su lugar de trabajo, trascienden. Esta capacidad de trascendencia de su trabajo lo hace sumamente interesante.


Quijotesco y místico, así se acerca a sus elegidos. Una mística que aparece en sus paisajes de temor y desaliento en los que muestra, llenos de dignidad a sus modelos. Hay uno en la serie, Abdel, que es un contrapunto: Abdel, transexual -todavía no está operado-, que aparece como hombre (desnudo) y como mujer (vestida). La belleza y juventud del modelo, que aparece sin marcas es una sutil transgresión en el proyecto. ¿Cómo tratará el paso del tiempo a Abdel mujer? ¿Al mantener una situación social más acomodada escapará al deterioro de sus compañeras?. Abdel vive en un piso, con una compañera de trabajo, se anuncia en revistas, y busca un novio. Como hombre es muy desenvuelto, y como mujer cambia, más sensual y seductora. Abdel daría para un trabajo sobre el género y su construcción social en primera persona. Y apuntes no le faltan al fotógrafo sobre su vida.


Hay un díptico en que una mujer aspira la base de coca y en la siguiente imagen  aparece con una cara de ensoñación, placer y tranquilidad... cada fotografía tiene una historia detrás, de conversaciones, de conocimiento del modelo. Rubén quiere saber, y la cámara transmite su deseo y nos deja con él.  Cada retrato es una historia que nos conmueve, y nos hace desear saber más. Las palabras no hacen falta, pero las imágenes nos dejan con sed, una sed visual como la que hay en las primeras fotografías, cuando la cámara no era un objeto habitual. Algo de ese aroma tienen, aunque no solo. También hay intensas miradas.


Y algo ingenuo en todo ello, una pureza muy difícil en nuestros tiempos. Como un descubrirse descubriendo. No hay lugar para  el cálculo. Me parece que a Rubén le va la vida en ello. Y de su compromiso, de su afán por saber y ser van surgiendo sus imágenes. Son un campo de batalla, y su afán desnudo nos trae éstas magnificas e interesantes obras. En la tradición del desnudo y en la que él va creando, su propia tradición del desnudo. Y cuánto más desnudos presenta a sus modelos, más preguntas nos hacemos. Y la última, y la primera, quedarnos delante, pararnos a ver. Pocos espectadores pasarán de largo. Pero los que nos importan, los que se quedan. A ellos les queda la tarea. Porque las obras de Rubén García no incitan al escándalo, más bien a la comprensión. Empezar a comprender el mundo gracias a un bello trabajo.


Jesús Gironés

Pozuelo de Alarcón, enero 2014


(Texto escrito para el libro de Rubén García "Prostitución. Retratos de una vida")







Fotografías de Rubén García de su libro de próxima aparición "Prostitución. retratos de una vida en la calle". Copyright de las fotografías Rubén García.