viernes, 29 de julio de 2016

David Trullo: un ritual.






David Trullo: un ritual




Corta fue la hermosa vida.
Pero que poderosos los perfumes

Kavafis
En la tarde, 1917
Versión José María Álvarez




Era julio, 2016. Hacía calor. Más que andar me arrastraba. Era un verano en que sueños y deseos se calcinaban.
Y entré.
Vi las fotografías. Viejos y jóvenes conocidos. Sopesaba, disfrutaba. En mi memoria la frescura de algunas fotografías que fueron rescatadas, coleccionadas.
Y vi aquello.
Si, aquello.
El espacio se transformó.
Ya no estaba en una sala de exposiciones, sino en la cripta de una iglesia.
Un regreso a las catacumbas, a los cultos de la infancia.
Era un pequeño altar. Me acerqué emocionado, recuperando la dicha pérdida.
Apenas fotografías y un secreter.  Trozos de vida.
Aquella imagen de un joven oferente que David Trullo mostró en su primera exposición en El Foro de Pozuelo, esa sala que ya casi me parece mas sueño y memoria que realidad.
Allí estaba aquel muchacho oferente, y otras ofrendas. Los dioses, los deseos de juventud, sus juegos, sus leyes. Sus provocaciones.
Y estaba el álbum de fotos: del XIX. Encontrado, imagino. O quizá perteneció a su bisabuelo pintor. Con sus bordes dorados para enmarcar cada fotografía, sus formas...
Y el álbum era un juego del artista, pura belleza, historia...
Esos efebos tardíos aparecían en un álbum recuperado de su tiempo, de su pérdida. Y ellos,  los modelos, eran pervertidos -técnicas de revelado, de copiado, de fragmentación, tan caras a David Trullo-, para llenar de vida, llenarse de vida, en un álbum que en principio estaba destinado a la desaparición, a la destrucción.
La fotografía, la pintura, la poesía y su lucha contra el tiempo. Aunque el precio sea difuminar las barreras, marcar otras nuevas:

pero ese camino también es largo
como el de las generaciones, 
y se refleja en algunos rostros
como los padres en los hijos.
Escribo poesía,
escribo poesía
porque he salvado así
la vida de mis hijos.

María Antonia Ortega.
El emparrado.

Sabemos que es imposible atesorar el presente, but...
El cristianismo nos enseñó el arte de lo imposible.


2

Y ahí, David Trullo empeñado en  lo imposible. Recuerdo su “CHRISTO MEETS APOLLO”.
Pero no,  fueron los cristianos los que crucificaron a Apolo.
La obra de David Trullo se mueve en ese oleaje, en ese vaivén, entre el cristianismo y el paganismo. Tan español, venía a decir Emilio Sanz de Soto, señalando también la ironía, el toque surreal...
Invoco a Emilio. Como hubiese disfrutado de una instalación que era pura delicia.
Y a Mario Merlino, que da título a este inconstante blog:

retazos así
que de retazos es la historia que nos cabe
como gotas de sangre en un álbum ya sin fotos
perdido en el trastero
de una casa
al borde
del derrumbe

Mario Merlino
Arte cisoria



Pero David  rescata el álbum -es cierto, la casa quizá se ha derrumbado, o la han derrumbado, dependerá del lugar y la especulación-.
David rescata el álbum, y sus gotas de sangre son fotografías de un tiempo vivido, al menos en el esplendor del fotógrafo y su modelo.
Dejadme que os cuente una historia, dice el artista, dejadme que os cuente la historia de mi vida, de nuestra vida.
¿Quién quiere mirar al pasado?
Quién quiere detenerse ante un altar. Como corderos salvados del puñal, como el hijo salvado del puñal... Como los cuerpos salvados del tiempo, en el pacto, en el rito.
Muertos y tan vivos.
David Trullo, fiel a sus obsesiones, pintando siempre el mismo cuadro (Vaquero Turcios dixit).
Haciendo siempre la misma foto, ese instante, esa lucha. Y hay tanto ruido. Y el ruido del éxito distrae tanto.
Pero David se detiene, y escucha su propio rumor. Se tapa los oídos. Huir de las sirenas. Otra vez se regocijará con ellas, si acaso.

Tiempos descreídos.
De vírgenes suicidas.
Hay que elevar altares al dios que nos ha abandonado.
Hay que levantar el cuchillo sobre nosotros mismos, esperando que el ángel aparezca.
Y  nos detenga.

Pero no, no aparecerá.
Hay que recrearse y elevar el altar en esa soledad.
Aunque el ángel no venga.
Es nuestra soledad, y los creadores se inmolan.
Así veo a David Trullo, inmolándose.
Es tanta la belleza.
But...

Al borde del abismo, la verdad.
Y en la vorágine, miles de personas pasarán al lado y no entrarán.
Y quizá solo una...
Que quedara arrebatada.
Y fuese la que el artista necesita.
El milagro.

Ya sabía Kavafis lo que el viaje significaba.
Que nuestra ofrenda sea al poeta, a la poesía.
Cuánta belleza, David Trullo tu “fin de siglo”.
Que quizá ya nunca podamos volver a ver.




Epílogo


Pienso en David y su trabajo y recuerdo a Godard y su consejo para crecer en la creación. Él lo llamaba “la continuidad en la ruptura”.
Exquisito conocedor, atento a sus mitos, el artista hace su camino, insobornablemente solitario.

Y David Trullo en ‘Findesiglo’ (1990-1999), se permite hacer una mini antológica de su vida de artista, su biografía del siglo pasado…




Jesús Gironés
Pozuelo de Alarcón, julio 2016














David Trullo
‘Findesiglo’ (1990-1999)
Instalación fotográfica
Medidas variables
2016

Un proyecto para "Desnudados" de Alexis W.